La infanta Elena, la hija mayor del rey emérito Juan Carlos I, siempre ha demostrado una inclinación por la vida tradicional y el contacto con la naturaleza. Aunque ha vivido muchos años en Madrid, concretamente en el barrio de Fuente del Berro, sus intereses y pasiones personales la llevan a soñar con una vida más cercana al campo, rodeada de animales y tranquilidad. Y ahora, con la vasta herencia que recibirá de su padre, la infanta parece dispuesta a hacer realidad ese sueño. Se rumorea que planea adquirir una finca de lujo fuera de la capital, un capricho que estará reservado para muy pocos, dado el elevado valor de la propiedad.
Tras el exilio de Juan Carlos I a Abu Dabi en 2020, su fortuna ha estado en el centro de muchas especulaciones. Se estima que el patrimonio del rey emérito asciende a alrededor de 1.800 millones de euros, de los cuales aproximadamente 800 millones estarían ocultos en Suiza. Un dinero que será canalizado a través de la fundación que Juan Carlos montó en los Emiratos Árabes Unidos, y que gestiona junto a sus hijas, Elena y Cristina. Esta maniobra le asegura que sus hijas recibirán su herencia sin enfrentar complicaciones fiscales en España o en Europa, lo que permitirá que Elena disponga de una suma significativa para realizar sus ambiciosos proyectos personales.
La infanta Elena ya sabe lo primero que hará en cuanto cobre la herencia de Juan Carlos I
Se especula que la infanta Elena utilizará parte de este dinero para adquirir una extensa finca en el campo, una propiedad que le permitirá disfrutar de sus dos grandes pasiones: los caballos y la caza. Este tipo de propiedades no solo cuentan con amplios terrenos, sino también con instalaciones de lujo, como establos, pistas ecuestres y zonas dedicadas a la actividad cinegética. Aunque aún no se ha revelado la ubicación exacta de la finca que desea comprar, es probable que se encuentre en alguna de las zonas más exclusivas de España, donde las grandes extensiones de tierra son accesibles únicamente para aquellos con fortunas considerables.
Con su parte de la fortuna de Juan Carlos I, que se estima en al menos 900 millones de euros, la infanta Elena tiene los recursos más que suficientes para permitirse un capricho de esta magnitud. No se trataría simplemente de una inversión inmobiliaria, sino de un proyecto personal que refleja su estilo de vida y sus intereses. Además de ofrecerle un refugio lejos de la atención mediática, esta finca le permitiría continuar con su amor por la equitación y la caza en un entorno privado y exclusivo.