Aunque siempre ha preferido mantener un perfil bajo, la infanta Elena no ha podido escapar de las historias oscuras que la rodean. Al margen de las penurias que ha tenido que soportar en su matrimonio, también ha sido testigo de todo lo que ha ocurrido a su alrededor. Tal y como señala Pilar Eyre en uno de sus artículos para la revista Lecturas, la infanta ha tenido que lidiar con dificultades desde muy joven. Según la siempre directa Eyre, Elena es "la menos guapa de las dos hermanas" y también "la menos lista". Pero eso no significa que su vida haya sido un camino de rosas.
De entrada, mientras su hermana Cristina estudiaba Ciencias Políticas y se codeaba por el mundo con estudios de postgrado en Estados Unidos, París e Inglaterra, Elena terminó sus estudios de Magisterio en Zarzuela. Y todo esto mientras soportaba las peleas de sus padres, un ambiente gélido y una profunda soledad. Además, la infanta fue la última en enterarse de las infidelidades de su padre, Juan Carlos.
La vida de la infanta Elena no es la que ella deseaba
Y como si eso no fuera suficiente, su matrimonio con Jaime de Marichalar, que parecía perfecto, duró solo dos años. La infelicidad en su relación llevó a Elena a considerar el divorcio en una época en la que esta opción era casi un tabú en la casa real. Y a ello hay que sumar el inoportuno ictus de Jaime, que pospuso el proceso.
Elena permaneció junto a su esposo durante su tratamiento de recuperación, a pesar de que ya no quería esa vida. Después de mucho tiempo de paciencia y dolor, Elena finalmente decidió plantearse el divorcio una vez que Jaime se recuperó.
Pero entonces fue Juan Carlos quien se opuso rotundamente. Para el emérito, "una mujer divorciada en España no vale nada”. “¡Los divorcios solo favorecen a los hombres!", le dijo Juan Carlos a su hija primogénita.
A pesar de todo ello, Elena finalmente cumplió su deseo y se separó de Marichalar en lo que fue un escándalo público. Muchos la juzgaron. Y aunque su matrimonio no ha sido anulado, zanjó la separación con el famoso “cese de la convivencia”.
La infanta Elena sigue terapia psicológica desde hace años
Por si fuera poco, la infanta tampoco tiene una relación cercana con sus primos hermanos y siempre ha tenido una relación fría con su madre. Por no hablar de la que mantiene con con Letizia. Apenas se saludan cuando se encuentran y se evitan mutuamente. “No se dirigen la palabra, no cruzan ni una mirada, la tensión se puede cortar con un cuchillo”, contó Eyre.
Tanta presión y tantas dificultades han llevado a Elena a buscar ayuda psicológica y acudir a terapia. Y lo ha hecho desde muy joven. Según Eyre, su "segundo padre", Sabino Fernández Campo, decidió que la infanta recibiera ayuda psicológica y la acompañaba tres veces por semana a una consulta con una profesional argentina. Una terapia que todavía sigue a día de hoy.