La infanta Elena vive un agrio momento. Completamente sola. Sus hijos le han dado la espalda y no se le conoce ninguna pareja desde que rompió con Jaime de Marichalar. Un divorcio que tardó en llegar, pues hace años que la hermana de Felipe no estaba bien con el padre de sus hijos, sin embargo por la imagen de la corona y la presión que ejercieron sus padres, especialmente Juan Carlos I, se mantuvieron unidos.

Jaime de Marichalar no era de la devoción de Juan Carlos, su yerno favorito siempre fue Iñaki Urdangarin, a quien a día de hoy le tiende una mano. Sin embargo, no iba a permitir que su hija se divorciase. Antes de dar ese importante paso habló con sus progenitores, pero éstos se negaron en rotundo. No les importaba que su hija no estuviese bien y no fuese feliz. El emérito le contó en una ocasión a su médico de confianza, al que acudía en Barcelona, para rejuvenecer, que su hija mayor se iba a divorciar de Jaime. El doctor aplaudió esa decisión, sin embargo Juan Carlos contestó indignado: “¡Pues no, que se aguante y se joda, como hemos hecho todos!”; aunque luego añadió:, “¡Claro que no se llevan bien! Pero cuando le dio el ictus a Jaime le dije que resistiera, que daría una imagen tremenda de la familia si lo abandonaba en esos momentos”.

Jaime de Marichalar efe

Juan Carlos I no dejaba a la infanta Elena romper su matrimonio con Jaime de Marichalar 

Era una decisión que la infanta Elena ya tenía tomada desde hace tiempo, pero la enfermedad de Jaime hizo que los planes se retrasasen. Juan Carlos I tenía en aquel entonces una visión poco moderna. Aunque es cierto que en la realeza está mal visto un divorcio. Tal vez, él sentía celos porque no le dejaron divorciarse de la reina Sofía, con quien se casó por obligación y no por amor. “Yo le he dicho que no lo haga, que en España una divorciada es menos que nada. ¡Una señora sola es un cero a la izquierda en sociedad! Pierde amistades, la aíslan, las otras mujeres la temen y dejan de invitarla, mis amigas separadas después se han arrepentido”. Aunque luego reconoció: “La verdad es que Elena ha aguantado mucho”. 

Jaime de Marichalar

Aguantaron hasta el 13 de noviembre de 2007, 12 años de “condena” para la infanta Elena. El matrimonio ya se casó sin querer. La boda la pagó Juan Carlos gracias a un ‘préstamo’ de 100 millones de dólares que le hizo el rey Fahd de Arabia Saudí. Se casaron en la catedral de Sevilla. Era un acontecimiento único porque era la primera hija del rey que se unía en matrimonio. Sin embargo, los ciudadanos que se agolparon en primera fila pudieron escuchar algunos remilgos de la infanta. No se casaba feliz. Se quejaba por todo.

El matrimonio fue un fracaso desde el principio, aunque tuviesen dos hijos. Con el ictus la vida de ambos se volvió un infierno, casi insostenible. El carácter de Jaime de Marichalar cambió por completo. Pasó de ser un hombre educado a uno malhumorado, inaguantable.

En 2004, la infanta Elena se reunió con su padre para confesarle que no aguantaba más. Juan Carlos le pidió que aguantase un poco más, ya que ese año se casaba Felipe con Letizia y no quería deslucir el evento. Estaría mal visto.