Mientras a la infanta Cristina se le atribuyen relaciones con empresarios millonarios de la burguesía catalana, la infanta Elena sigue soltera. Desde su divorcio de Jaime de Marichalar, no ha reconstruido su vida amorosa con ningún hombre. Jaime, el padre de sus hijos, tampoco ha rehecho su vida, aunque ha sido vinculado con algunas mujeres, que al parecer solo son amigas cercanas. La convivencia entre el exduque de Lugo y la hija de Juan Carlos se volvió insostenible debido al carácter cambiante de Jaime, lo que desquició a Elena, quien finalmente no pudo soportarlo más. Siguiendo el consejo de su padre, como una hija obediente, Elena se casó con alguien de la aristocracia, aunque no estaba enamorada. El mismo día de su boda intentó huir, pero fue detenida y obligada a entrar en la iglesia. Las discusiones entre ellos eran frecuentes, ambos con temperamentos fuertes, buscando imponer sus propias reglas. Intentaron salvar su matrimonio con el nacimiento de Froilán y Victoria Federica, pero esto solo agravó los problemas. Los niños crecieron en un ambiente de fuertes disputas y tensiones familiares, aunque afortunadamente estas solo duraron unos pocos años. Elena informó a su padre, Juan Carlos, de su deseo de divorciarse, pero decidió esperar a que Jaime se recuperara completamente de un infarto antes de dar ese paso.
La infanta Elena perdió su personalidad por culpa de las obligaciones de Jaime de Marichalar
Según una amiga cercana, citada en un extenso reportaje de la revista 'Vanity Fair' sobre la infanta, Elena sufrió un cambio radical tras casarse con Jaime de Marichalar. Perdió su característica espontaneidad y su carácter se volvió más agrio. "Jaime, quizá de manera involuntaria, la fue alejando de su círculo habitual. Él deseaba formar parte de la 'beautiful people', disfrutaba de la pasarela y de frivolidades como ir en patinete por la calle Serrano, mientras que ella prefería una vida más casera. De repente, su agenda se llenó de eventos. Empezó a aparecer cada vez más vestida de alta costura, luciendo espectacular, y comenzó a olvidar cumpleaños y a faltar a reuniones... Antes se preocupaba más por los problemas ajenos, pero empezó a tener demasiados propios. Son ciclos naturales", comenta su amiga casi justificándola.
Jaime de Marichalar la obligaba a comportarse de una manera específica. Según esta testigo, Elena de Borbón no podía salir a la calle como ella quería, ya que el exduque de Lugo siempre decidía qué ropa debía usar. Jaime insistía en que estuviera a la última moda y muy elegante, argumentando que, como hija de un rey casada con un aristócrata, no era una mujer cualquiera. Estaban siempre bajo la mirada pública y sujetos al escrutinio mediático, y Jaime no estaba dispuesto a hacer el ridículo.