Después de un periodo de silencio y bajo perfil, Juan Carlos I ha vuelto a ponerse en el radar de la opinión pública española. Su reciente visita a Madrid con motivo de la boda entre el alcalde José Luis Martínez-Almeida y su prometida, Teresa Urquijo y Moreno, ha desencadenado una serie de especulaciones sobre su regreso definitivo al país y su posible residencia en la capital.

Después de recibir una advertencia por parte de Felipe VI y Letizia sobre sus visitas a España, Juan Carlos I adoptó un perfil bajo durante sus estancias en el país. Sin embargo, ahora ha vuelto con una agenda más definida, que incluye eventos como un almuerzo familiar en Zarzuela, y la participación en regatas programadas para mayo.

Juan Carlos I y Almeida

Hace tan solo unos días, el rey emérito ha volado en un avión privado desde Ginebra (Suiza) y ha aterrizado en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, siendo escoltado hasta un palacete cercano a Zarzuela. Esta residencia, proporcionada por amigos de la familia y facilitada por la infanta Elena, se encuentra estratégicamente ubicada en una zona residencial tranquila, cerca de la urbanización ‘La Florida', y está adaptada a las necesidades de movilidad reducida del ex monarca y cerca de la residencia real.

Un palacete madrileño como nueva residencia permanente

El palacete ofrecido a Juan Carlos I no solo es un lugar para una visita puntual, sino que podría convertirse en una nueva casa de referencia en España para el ex monarca, dado que está a tan solo 4 kilómetros de distancia de Zarzuela. Este movimiento estratégico no solo responde a necesidades de comodidad y cercanía familiar, sino también a preocupaciones por la salud frágil del rey emérito.

Y es que, desde que abandonó Zarzuela hace cuatro años, la salud del ex monarca ha ido en decadencia, lo que ha generado preocupación entre sus hijos, especialmente Felipe VI, quien no se perdonaría que le pasara algo a su padre mientras está en el exilio. La proximidad del emérito a la residencia real no solo tiene implicaciones logísticas, sino también políticas y familiares. Felipe VI, preocupado por la salud de su padre, ha mostrado flexibilidad en las restricciones impuestas, permitiendo así la búsqueda de una residencia permanente en España para que el emérito pueda pasar sus últimos años, junto a la casa de Sanxenxo que comparte con su amigo Pedro Campos.

Juan Carlos I y Pedro Campos

De hecho, se sugiere que Juan Carlos I habría optado por dejar Abu Dabi para trasladarse a Ginebra, buscando estar más cerca de su familia y de España. Este cambio de residencia facilitaría sus viajes al país y le permitiría estar más cerca de sus seres queridos, ya que se encontraría a solo dos horas en avión de Madrid y estaría bajo la vigilancia de una de sus hijas, la infanta Cristina.

Un desafío a la autoridad de Letizia y un cambio en la dinámica de poder

Todos estos movimientos estratégicos tienen un fin claro: facilitar el retorno eventual de Juan Carlos I a Madrid, y quién sabe si a la Zarzuela misma. No obstante, estas decisiones por parte del emérito no han pasado desapercibidos, especialmente en relación con la reina Letizia. La mudanza del ex monarca a un palacete cercano a Zarzuela desafía las restricciones impuestas por Letizia y sugiere un cambio en la dinámica de poder dentro de la Casa Real. Dado que no puede negarse directamente a este retorno, Letizia ve mermada su influencia en el Palacio.