La vida amorosa de la infanta Elena de Borbón ha estado marcada por altibajos y compromisos que la llevaron por caminos inesperados. Su matrimonio con Jaime de Marichalar no fue excepción. Desde el principio, las tensiones y desavenencias marcaron su relación, y la boda misma estuvo precedida por discusiones. Antes incluso de formalizar su unión, estuvieron al borde de la ruptura en varias ocasiones.

Pero los desamores de Elena vienen de antes. La hija mayor de los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía siempre fue una apasionada de la equitación, un mundo donde encontró su primer amor verdadero, un jinete sevillano que provenía de una familia prominente llamado Luis Astolfi. En 1986, ambos se conocieron en el Rocío Chico, un evento que celebraba a la Virgen de la Candelaria.

Luis Astolfi y la infanta elena

Luis Astolfi no estuvo dispuesto a soportar la presión de ser el marido de una infanta

A pesar de que su relación fue un secreto a voces entre quienes los conocían, no existen pruebas gráficas de su relación debido a las limitaciones tecnológicas de la época y a la opacidad de la monarquía. Pasaron tres años de complicidad antes de que la relación llegara a su fin de manera discreta, sin confirmaciones oficiales pero con el entendimiento mutuo de que seguir juntos sería complicado.

Pese a haberle prometido todo, Luis Astolfi no estaba dispuesto a renunciar a su carrera y a su independencia profesional para convertirse en el esposo de una infanta. Además, no quería estar bajo el escrutinio constante de la opinión pública que implicaba estar relacionado con la Casa Real española. A pesar de las promesas y las emociones compartidas, no estaba dispuesto a pagar el alto precio de ese compromiso.

Después de sus respectivos divorcios, Elena y Luis volvieron a encontrarse y desarrollaron una amistad profunda. Aunque se especuló sobre la posibilidad de una reconciliación, nunca llegaron a dar ese paso nuevamente hacia una relación romántica. Sin embargo, Elena se mantuvo como un gran apoyo para él, demostrando que su conexión perduraba más allá de las complicaciones del pasado.