La vida de la infanta Elena ha sido un viaje lleno de obstáculos, marcado por presiones familiares, matrimonios fallidos y problemas personales que la han llevado a buscar apoyo médico. Aunque ha intentado mantener un perfil bajo, las dificultades que ha enfrentado desde muy joven no han pasado desapercibidas, y han dejado profundas huellas en su bienestar emocional.
Desde pequeña, Elena tuvo que lidiar con un entorno familiar difícil. Creció en un ambiente marcado por las peleas de sus padres, el rey Juan Carlos I y la reina Sofía, y por una profunda soledad que la afectó desde sus años de formación. Mientras su hermana Cristina destacaba académicamente y viajaba por el mundo para completar estudios de postgrado en lugares como Estados Unidos, París e Inglaterra, Elena tuvo un recorrido educativo más limitado, terminando sus estudios de Magisterio en Zarzuela. Esta diferencia en sus trayectorias académicas fue objeto de comparación y críticas, especialmente por parte de observadores como Pilar Eyre, quien señaló que Elena siempre fue vista como "la menos guapa" y "la menos lista" de las hermanas.
Los primeros traumas de la infanta Elena nacen con sus padres, Sofía y Juan Carlos I
La carga emocional de Elena aumentó cuando descubrió, mucho después que el resto de la familia, las infidelidades de su padre. Este descubrimiento no solo la afectó profundamente, sino que también la hizo sentir aún más aislada dentro de su propio entorno familiar.
Además, su vida matrimonial no fue la que ella había imaginado. Su relación con Jaime de Marichalar, que al principio parecía un cuento de hadas, se deterioró rápidamente. A pesar de haber soportado una vida de infelicidad, Elena se mantuvo al lado de su esposo durante su recuperación tras un ictus que sufrió, aplazando así sus planes de divorcio. Sin embargo, tras la recuperación de Jaime, y después de mucha paciencia y sufrimiento, Elena decidió que era momento de terminar el matrimonio.
Froilán y Victoria Federica, otro problema para la infanta Elena
Esta decisión fue recibida con una fuerte oposición por parte de su padre, Juan Carlos, quien tenía una visión muy tradicional del matrimonio y el divorcio, especialmente dentro de la realeza. Para él, "una mujer divorciada en España no vale nada", una frase que reflejaba la presión social y familiar a la que estaba sometida Elena.
Finalmente, Elena logró separarse de Marichalar, pero los problemas no terminaron ahí. Elena ha tenido que convivir con los problemas que le han generado Froilán y Victoria Federica, siempre metidos en el centro de la polémica. A Froilán ya lo tuvo que mandar a Abu Dabi. Mientras que con Victoria Federica ha mantenido una relación muy tensa en los últimos años. De hecho, Vic incluso ha terminado yéndose de casa, tal y como reveló Eyre.
Desde muy joven se ha sometido a terapia psicológia
En este contexto, ha tenido peleas con su hermana, la infanta Cristina, por Victoria. Cristina considera que Vic es una mala influencia para Irene Urdangarin, su hija pequeña. Y así se lo ha hecho saber a Elena. Aunque en los últimos tiempos se está recuperando la unión familiar, las rencillas entre hermanas por este asunto se mantienen.
Toda esta acumulación de presiones y dificultades ha llevado a Elena a buscar ayuda profesional desde hace muchos años. Según Eyre, su "segundo padre", Sabino Fernández Campo, fue quien tomó la decisión de que la infanta recibiera apoyo psicológico, acompañándola a terapia tres veces por semana con una profesional argentina. Esta terapia, que Elena sigue hasta el día de hoy, es una clara indicación de los graves problemas emocionales y psicológicos que ha enfrentado a lo largo de su vida.