La Familia Real y la ultraderecha están muy unidas. Tienen lazos comunes muy sólidos: un dictador, la unidad de España, la bandera y la fiesta nacional. Con 'fiesta nacional' nos referimos, evidentemente, a la sangrante práctica de asesinar animales en una plaza engalanada con la rojigualda, claro. Algunos miembros de la realeza intentan disimular esta relación tan estrecha, otros no. '¿Pá qué?'. Si todo el mundo sabe de qué pie cojean, ¿no?. Pues eso, que gente como la Infanta Elena se exhibe sin ningún tipo de vergüenza en actos festivos para 'mucho españoles'. Un sarao como el que se celebró en una peña taurina de Madrid, 'Las Meninas de España', un acto que reunió a la flor y la nata de esta parroquia tan particular.
Elena ya hace como su hija: no se pierde una fiesta ni por todo el oro del mundo. Y la que tenía lugar en un restaurante de la capital de España, organizada por la mujer del torero Jaime Ostos (experto en shows televisivos, como su hijo), era una de aquellas subrayadas en su apretada agenda. Sobre todo porque ella era una de las premiadas de la noche, como aficionada cinco estrellas de esta barbarie. Es una "Menina" con medallita. La recibieron como a una superestrella, haciendo sonar el himno de España a todo trapo. Según explica La Razón, aquello era un éxtasis colectivo: "Los 100 invitados se levantan y aplauden. Algún Viva España se exclamó con fuerza". Con mucha fuerza, viendo la lista de invitados del acontecimiento.
Invitados como el líder de VOX Santiago Abascal, quien además ocupó la mesa de honor con la Borbón. Aquello fue un festival, un baño de multitudes, un no parar de levantarse de la silla para inmortalizarse con estos dos tótems de la patria. Eclipsaron a otros VIPS, como las periodistas Mariló Montero o Nieves Herrero, o toreros como Morante de la Puebla. También fue otra ultra muy conocida, Rocío Monasterio. Pero los flashes, las miradas y los oídos eran todos para Elena, quien por cierto traía mensaje desde Oriente. No de los Reyes Magos, no. Era concretamente desde de Abu Dabi, el escondite de su padre.
¿Qué palabras quería dirigir el huido a la tropa? Un lleno de emoción, de compañerismo, de nostalgia: "Me ha dicho que dé recuerdos a todos". Más aplausos. Quizás Juan Carlos los oyó desde su jaula de oro, aumentando su ansiedad por volver a saludar uno por uno a sus colegas de tradiciones e ideales. También dedicó una frase a su hija Victoria Federica, aclamada como 'influencer de España y olé'. Resulta que la joven tenía que ir a la cita, pero finalmente encontró una fiesta más divertida. La madre clavándole una pullita o una banderilla: "Iba a venir, pero ya saben cómo son los hijos, que de pronto cambian de opinión". Risas enlatadas, seguro. Qué fiestón.
Una noche de gozo para el españolismo medieval y tauricida. Juan Carlos is in their minds. Lo añoran. Lo necesitan. Lo sueñan. Qué país.