Las relaciones extramatrimoniales de Juan Carlos son bien conocidas públicamente, incluso por la reina Sofía, quien descubrió sus múltiples infidelidades, incluida su aventura con Bárbara Rey. El rey emérito contrajo matrimonio con la madre de sus tres hijos por imposición. Juan de Borbón puso fin a su relación con Olghina de Robilant y, a partir de entonces, solo mantuvo vínculos íntimos con la hermana de Irene de Grecia con el objetivo de tener descendencia, particularmente un futuro rey para España. Lamentablemente, los dos primeros hijos fueron niñas, Elena y Cristina. Juan Carlos estuvo a punto de modificar la Constitución para que su hija mayor pudiera convertirse en reina.
El matrimonio entre Juan Carlos y Sofía fue obligado y en ningún momento hubo amor entre ellos. Él estaba enamorado de una periodista, mientras que ella sentía una profunda atracción por Harald de Noruega, quien no correspondió sus sentimientos. La única opción viable para Sofía fue casarse con Juan Carlos, el padre de sus tres hijos. Los monarcas buscaban un heredero varón, ya que en ese tiempo solo los hombres podían heredar el trono. Después de dos hijas, Sofía quedó embarazada nuevamente tras varios intentos, y finalmente nació Felipe. A partir de entonces, el matrimonio se separó físicamente, durmiendo en habitaciones distintas y llevando vidas independientes. Solo aparentaban normalidad en los eventos institucionales.
La infanta Elena no estaba preparada para ser reina
Felipe VI se preparaba para ser el rey de España. En su juventud, experimentó la libertad e independencia, estudiando incluso fuera del país, lo que le permitió emanciparse completamente. Juan Carlos I intentaba controlarlo, ya que Felipe era incontrolable, especialmente cuando comenzó a tener sus primeras relaciones amorosas.
El joven príncipe frecuentaba fiestas en lugares comunes, donde conocía a mujeres de la misma condición, a quienes sus padres consideraban plebeyas. Juan Carlos y Sofía tenían una lista de candidatas de sangre azul para Felipe, pero él desobedeció, manteniendo relaciones únicamente con mujeres comunes. Felipe no estaba dispuesto a tener un matrimonio infeliz como el de sus padres, basado en obligaciones y sin amor.
En más de una ocasión, Felipe se enfrentó a sus padres y estuvo a punto de renunciar a la corona. Un momento crítico fue cuando Juan Carlos le prohibió casarse con Letizia. En respuesta, Felipe dio un ultimátum y amenazó con abdicar. Juan Carlos, enfadado, habló con la infanta Elena para que se preparara para asumir el trono como la hija mayor. Afortunadamente, lograron convencer a Felipe a tiempo, ya que Elena no quería ser reina, no estaba preparada y no tenía interés en el puesto. Si la situación hubiera sido diferente, Froilán habría sido el príncipe de España en la actualidad.