Definitivamente, Juan Carlos, Sofía y compañía están hechos de otra pasta. De la pasta de los que se creen que han venido a este mundo a hacer lo que les pase por los Borbones. Acostumbrados a que todo el mundo les baile el agua, no tienen la mínima decencia para hacer o no hacer lo que toca y no lo que a ellos les apetezca. Cuando tienen que hablar, callan. Cuando han de callan, hablan. Y cuando tendrían que tener un mínimo sentido de la decencia, pasan olímpicamente de todo.
La última en demostrar que ellos hacen lo que quieren, porque yo lo valgo, ha sido la infanta Elena. La hija mayor del rey ha aprendido bien la lección de su padre: hago lo que quiero, cuando quiero y porque me da la gana. Hace sólo dos días que nos enterábamos de una nueva polémica, la enésima, en torno a la familia real y sus discípulos. La yegua de Victoria Federica está siendo objeto de investigación de la Fiscalía Anticorrupción porque podría haber sido comprada con dinero negro. El caballo no tiene ninguna culpa. Y si me apuras, posiblemente la niña tampoco tiene ni idea de cómo y cuánto ha costado el animalillo.
¿Y qué hace ahora la madre de la criatura? (de la chica, no del caballo)... Subirse encima de otro, con toda su jeta torera, y aquí no ha pasado nada. Como mínimo, tápate unos días. Pero no. Elena ha pensado que lo mejor, en estos días que corren, y en plena investigación sobre la procedencia del animal, será pasearse a lomos de otro caballo. La hija de Juancar volverá a la competición este fin de semana, en su retorno al mundo de la hípica después del estallido de la pandemia. Elena ha ido a Sevilla, al Real Club Pinar, para participar en el 4.º campeonato de España de veteranos para mayores de 45 años, según informa Vanitatis.
Desde este jueves y hasta el domingo, la infanta montará a Jordano. La real amazona ha pagado 220 euros para participar en un concurso que este año, por suerte para ella, no tendrá ni público ni se ha acreditado a ningún periodista que le pueda dar la lata con sus preguntas. Explica el medio que la hija mayor de los eméritos se apuntó antes de que estallara el escándalo de la yegua de Victoria Federica. Pero una vez se ha sabido, lo mínimo que tendría que haber hecho es renunciar, quedarse quitecita en casa y dejar que sean otros los que suban encima de un caballo. Pero ya se sabe, a caballo regalado, no le mires el dentado. Y los Borbones, de regalos, saben un montón.