La infanta Elena, hija mayor de los reyes Juan Carlos I y Sofía, ha llevado una vida marcada por la constante lucha contra una adicción que ha acompañado sus días durante 23 años: el tabaco. Desde muy joven, según reveló el portal Salsarosa, la infanta desarrolló una fuerte inclinación hacia el consumo de cigarrillos, un hábito que comenzó a los 20 años y que ha sido una fuente constante de conflicto y preocupación, tanto para ella como para su familia.
La adicción al tabaco es un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo, y la infanta Elena no ha sido la excepción. A pesar de pertenecer a la familia real española, no pudo escapar de las garras de este vicio, el cual mantuvo en secreto durante años, debido a la estricta desaprobación de su padre, el rey Juan Carlos I. Desde temprana edad, su padre se mostró enérgico en su oposición a que su hija fumara, especialmente porque él mismo era un aficionado a los puros, pero no quería ver a su "hija favorita" caer en la misma adicción.
La infanta Elena sucumbe al mal vicio de vez en cuando
A pesar de los esfuerzos de sus padres por disuadirla, la infanta Elena continuó fumando en secreto, evitando ser vista por su familia, amigos y, especialmente, por la prensa. La preocupación por mantener una imagen pública intachable llevó a Elena a desarrollar un complejo sistema de ocultamiento, convirtiéndose en una experta en encender un cigarrillo solo cuando estaba fuera del alcance de las miradas indiscretas. Dicen que la infanta siempre ha sido mucho más cercana en círculos privados, donde le ha costado menos deshinibirse. Sin embargo, este vicio la acompañó durante más de dos décadas, consolidándose como un hábito difícil de erradicar.
El tabaco es notoriamente adictivo, y Elena lo sabe mejor que nadie. A pesar de los esfuerzos realizados a lo largo de los años para dejar de fumar, fue recién a los 43 años cuando decidió dar un paso hacia una vida libre de humo.
Froilán y Victoria Federica heredan la adicción
Esta decisión, sin embargo, no ha estado exenta de recaídas. Aunque logró reducir significativamente su consumo, la tentación sigue presente, y de vez en cuando, cae nuevamente en el hábito de fumar un cigarrillo, siempre manteniendo la discreción que la ha caracterizado durante toda su vida.
Elena ha conseguido reducir su dependencia, pero el legado del vicio parece haberse transferido a la siguiente generación. Sus hijos, Froilán y Victoria Federica, han seguido caminos similares en relación con el tabaco. Froilán, como su abuelo, ha mostrado una preferencia por los puros, especialmente en compañía de amigos. Victoria Federica, por su parte, prefiere los cigarrillos, aunque opta por fumar principalmente durante las salidas nocturnas y en reuniones sociales.