La  llegada de la reina Letizia a la casa real cambió muchas cosas. La consorte lleva años luchando por cambiar la mala imagen que dejó su suegro, el rey emérito Juan Carlos I. Su mayor preocupación es preservar y asegurar el futuro reinado de su hija, la princesa Leonor. “A este paso tu hija no será reina…”, le dijo en una ocasión al rey Felipe VI. Fue cuando estaba sobre la mesa la posibilidad de mandar al ‘exilio’ a Juan Carlos.

Pero el emérito no ha sido la única ‘víctima’ de la ex de Televisión Española. Otros miembros de la familia real también han sufrido las consecuencias. Entre otros, la infanta Cristina y su todavía marido, Iñaki Urdangarin. Letizia quiso alejar de la casa real todo lo que oliera a corrupción. Y el escándalo del caso Nóos fue la sentencia del ex jugador de balonmano y de su mujer, que siempre apoyó a Iñaki.

La reina Letizia y su lucha por cambiar la imagen de la casa real

La infanta Elena tampoco se ha ido de rositas. El descontrol y los escándalos en los que se han visto envueltos sus hijos, Victoria Federica y Froilán, así como el apoyo que ha mostrado por su padre, fueron la cruz de la hija mayor del emérito y  la reina Sofía.

Pero alejar las polémicas de la Zarzuela no han sido las únicas medidas que ha tomado Letizia. Hasta la decoración de palacio ha sufrido modificaciones. La monarca ha cambiado el ambiente casposo por uno más puesto al día. Y entre los cambios que perpetró, retiró los retratos de Juan Carlos, que no eran pocos.

Juan Carlos

Juan Carlos I, al desván

No los destruyó, como le hubiera gustado, pero si los ‘desterró’ al desván. Como si fuera un mueble viejo y desgastado. Eliminar cualquier rastro del emérito ha formado parte de su plan. No quería tener que ver su rostro cada día.

Una decisión que molestó profundamente a la infanta Elena, siempre fiel a su padre y al pasado de la corona. La hermana de Felipe es de las que piensa que es imprescindible conservar la historia, por muy negra que sea, y que su hermano permitiera a su mujer eliminar cualquier vínculo de ese pasado, generó cólera en la infanta, que ni pudo reaccionar ni hacer nada por mantener los retratos de su padre en la que fue su casa familiar.