Es lamentable como en pleno año 2024 todavía haya quien se llene la boca alabando las excelencias de la tauromaquia, y no solo eso, sino celebrando que todavía haya corridas de toros y organizando entregas de premios. Es lamentable que sigan celebrándose espetáculos como estos en pleno siglo XXI. Como dijo el gran Ricky Gervais, en un comentario que vino acompañado de mucha polémica, cuando después de un cogida al torero español Iván Fandiña en Francia, subrayó la noticia con un comentario que no gustó a muchos: "Precioso toro que estaba siendo torturado, se defiende", e incluso grabó un vídeo tildando de "putos idiotas" a los aficionados a la tauromaquia.
A buena parte de la monarquía española le lame un pie. Spain is different y continúan perpetrándose corridas y homenajes. Y claro está si la familia real española da el visto bueno, los monárquicos taurinos de las españas están encantados de la vida. El último ejemplo lo hemos tenido este jueves en una entrega de premios de la Real Unión de Criadoras de Toros de Lidia en el Hotel Wellington de Madrid presidida por la infanta Elena. Unos premios que han recaído, por ejemplo, en el capitán del Real Madrid Nacho Fernández, apasionado de los toros desde hace tiempo, y que se sentó al lado de la infanta durante el acto con tufo de rancio.
La hermana de Felipe fue vestida de naranja, aunque lo más destacado de su outfit fue el complemento que escogió, un bolso de mano de Chanel, el modelo 2.55, uno de los más emblemáticos de la firma, que cuesta casi 10.000 euros, forrado de piel color borgoña y con tres bolsillos, y que también tiene su madre Sofía. En un momento del acto, cuando lo tenía cogido, a Elena le cayó de las manos, y por un momento no se le desparrama todo lo que tenía dentro del bolso. Por suerte para ella, sus pertenencias continuaron dentro, pero justo en el instante que le caía, el jugador merengue se agachaba al mismo momento que ella para recogérselo y dárselo a su propietaria en un gesto de deferencia, y a un palmo de la cara, momento inesperado e incómodo, sin embargo, que lo podría haber sido más si Nacho hubiera visto qué tenía dentro de la infanta.
Una imagen poco habitual. Por desgracia, la imagen habitual que tendría que dejar de serlo de manera inmediata fue todo el resto, los jijijaja y las entregas de premios en torno a una práctica penosa que no se entiende cómo todavía continúa en aquel país.