La infanta Elena, hija mayor del rey emérito Juan Carlos I y hermana del actual monarca Felipe VI, se ha convertido en objeto de controversia en los círculos de la alta sociedad madrileña. A pesar de su posición privilegiada y sus considerables ingresos, la actitud de la infanta en establecimientos de lujo ha generado críticas y descontento entre el personal de servicio.
En los exclusivos restaurantes de Madrid, donde la realeza y la alta sociedad suelen disfrutar de exquisitas experiencias culinarias, la infanta Elena ha dejado una impresión poco favorable. Según fuentes del sector, la hermana del rey se caracteriza por exigir un trato preferencial acorde a su estatus real, pero sin corresponder con la generosidad que se esperaría de alguien en su posición.
La infanta Elena no suelta ni un euro: descontento en la industria gastronómica
Los camareros de varios establecimientos de renombre han expresado su descontento con la actitud de la primogénita de la reina Sofía. A pesar de recibir un servicio impecable, Elena raramente deja propinas, un gesto que se considera no solo una cortesía sino una parte importante de los ingresos del personal de servicio en la industria gastronómica. Esta conducta contrasta fuertemente con la imagen pública que se espera de un miembro de la Familia Real, especialmente considerando los privilegios y la posición económica de la infanta. Con un salario anual reportado de 300,000 euros por su trabajo en la Fundación Mapfre, muchos consideran que su aparente tacañería es injustificable.
De hecho, la vida de la infanta Elena parece estar llena de contradicciones. Por un lado, disfruta de una vivienda de 500 metros cuadrados en una de las zonas más exclusivas de Madrid, cerca del parque del Retiro. Su lujosa residencia en el barrio del Niño Jesús, totalmente reformada y valorada en casi dos millones de euros, es un testimonio de su estatus. Sin embargo, esta vida lujosa contrasta con su comportamiento en público. Según informes, la infanta intenta constantemente obtener servicios y productos de forma gratuita, aprovechando su posición real.
De tal palo, tal astilla
La situación se vuelve aún más compleja cuando se considera la relación de la infanta con su hija, Victoria Federica. La joven se ha labrado una carrera como influencer, un camino que aparentemente no cuenta con la total aprobación de su madre ni de los actuales reyes, debido a la sobreexposición mediática que conlleva. Sin embargo, esta carrera le permite a Victoria Federica obtener muchos beneficios de forma gratuita, una práctica que parece reflejar, de alguna manera, que ha heredado el gen del "todo gratis" de su madre.
El contraste entre la opulencia en la que viven y su aparente tacañería ha dejado a muchos boquiabiertos. ¿Cómo es posible que alguien que cobra 300.000 euros al año sea incapaz de dejar unos euros de propina? Esta actitud ha provocado que la infanta Elena sea persona non grata en varios establecimientos de la capital. Por lo tanto, si trabajas como camarero en Madrid y ves entrar a la infanta Elena, prepárate para ofrecer un servicio digno de la realeza... ¡pero sin esperar propina!