Este domingo es un día muy especial para el rey emérito Juan Carlos I. El ex monarca cumple 87 años. Y como ya hizo el año pasado, celebra una gran fiesta en Abu Dabi, con invitados de renombre y en un escenario lleno de lujos y ostentaciones. El padre de Felipe VI no suele escatimar en nada cuando se dan este tipo de celebraciones. Sabe que cada cumpleaños puede ser el último y no quiere dejar nada pendiente por hacer.
Como el año pasado, sus hijas, las infantas Elena y Cristina, han sido invitadas. Y no faltarán a la cita, así como algunos de sus hijos. En este sentido, tan especial es el evento para Juan Carlos como para Elena. La hija mayor de la familia siempre ha mostrado una devoción extrema con su padre. Siempre tradicional y conservadora, es de las que piensa que ser rey, como ocurría en la época feudal o antes de ella, le da derecho a todo, incluso a reírse del pueblo español o de su propia esposa.
La infanta Elena, como si nada con la amante de su padre
En este sentido, Elena nunca ha cuestionado las actitudes de su padre en ningún ámbito. Ni en lo que se refiere a sus corruptelas financieras, ni tampoco cuando ha engañado a su madre, la reina emérita Sofía, con otras mujeres. Da igual. Elena sigue arrodillándose ante Juan Carlos I. Parece que a Elena le dé igual que Sofía haya sido humillada constantemente. Una postura que queda reflejada en la fiesta que celebra Juan Carlos en Abu Dabi.
Porque una de las invitadas al evento es Marta Gayá, una de las amantes que más tiempo le ha durado al ex monarca. Una presencia que, a priori, debería generar controversia y ante la que sus hijas deberían estar molestas. Al fin y al cabo, no deja de ser una nueva humillación y falta de respeto a Sofía.
La infanta Elena aprueba los comportamientos cuestionables de Juan Carlos I
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Elena está feliz si su padre también lo está, aunque ello signifique pisotear el legado de su madre. Y, como ya demostró el año pasado, no tiene problemas en compartir espacio con la otra de su padre. Se comporta como si nada. De hecho, ya han tenido encuentros en Ginebra. Marta vive allí y el emérito va a verla a menudo, en encuentros en los que también ha estado Elena.