La infanta Elena nació el 20 de diciembre de 1963, una fecha donde los entonces príncipes no vivían su mejor momento. Ni personal, ni político. Los jóvenes que estaban destinados a convertirse en reyes de España seguían siendo príncipes y su matrimonio parecía desintegrarse, pese a que pretendían mantener las apariencias. El poder de Juan Carlos I estaba lejos de afianzarse, de hecho, tenía una misión que requería mucho cuidado: complacer a Franco. Su futuro, así pues, estaba en manos de otro. Años más tarde, la primogénita tuvo su oportunidad para ser reina y la desaprovechó.
España, a pesar de la escena actual, sigue siendo una de las pocas monarquías parlamentarias que discrimina a la mujer en la línea sucesoria. Es un hecho que, de haber tenido un tercer hijo y haber sido hombre, no habría existido el acto institucional de este 31 de octubre en el cumpleaños de la princesa Leonor. No es el mismo caso de la infanta Elena, que quedó relegada a un segundo plano cuando nació Felipe VI. Su caso es todavía más particular, pues la hija de Juan Carlos I pudo haber sido la heredera al trono. ¿Qué sucedió?
La infanta Elena era la esperanza de Juan Carlos I
Los herederos son preparados desde la infancia para asumir su papel como jefes de Estado, pero una vez llegado el momento, el heredero puede abdicar o renunciar. Cuando Felipe era joven, tenía dudas y no era el mejor ejemplo de príncipe. No se había contemplado que la infanta fuera reina, solo que hubo un período oscuro.
“Felipe era un joven despreocupado, mal estudiante y con más ganas de diversión que de ‘poner los codos’ y, mucho menos, de pasarse el día pendiente de su futuro predestinado por herencia genética”, según comentan. Al parecer, sus padres no eran los únicos preocupados, sus profesores y encargados de la educación para ascender al trono también lo estaban. Es por eso que se tomó una medida drástica y que evitaría la filtración de la información, lo enviaron a Canadá a hacer un curso preuniversitario que lo alejaría un tiempo.
Otro de los aspectos que lo delataban era su elección de novias, ninguna de ellas apropiadas. Además, sus amigos eran jóvenes herederos de fortunas empresariales y que, en todo caso, no significaban una buena influencia. Las aventuras y su falta de seriedad hicieron estragos en los reyes eméritos. Al final, se planteó hablarlo con la primogénita y Elena dejó claro que no aceptaría la Corona.
En ese tiempo de incertidumbre ya había numerosos ‘Elenistas’, por lo que un cambio podría ser aceptado con una excusa u otra. Sin embargo, este plan de escape no funcionó y solo el tiempo pudo enderezar al que es hoy el rey de España.
Nada indica que la complicación vivida por Juan Carlos I con la infanta Elena se vuelva a repetir en el futuro cercano, porque Leonor parece comprometida. Eso sí, la infanta Sofía ha seguido los pasos de su hermana y tiene suficientes seguidores al alcance.