La infanta Elena nunca ha tenido fortuna en asuntos del corazón. Ni siquiera con Jaime de Marichalar, con quien se casó sin estar enamorada. Cuentan incluso que estuvo al borde de cancelar la ceremonia nupcial, pero finalmente, se llevaron a cabo las nupcias, aunque acompañadas de disputas. La relación conyugal nunca prosperó, y a pesar de tener a Froilán y Victoria Federica en un intento por resolver sus desavenencias, solo lograron agravarlas.

Antes de Jaime, se le atribuyeron romances en algunas ocasiones. Uno de ellos fue el príncipe Eduardo de la familia Windsor. Casualmente, uno de sus encuentros se produjo en las bodas de plata de un hombre que siempre fue considerado el amor platónico de su madre, la reina emérita Sofía.

Estamos hablando de Harald de Noruega, de quien Sofía estuvo profundamente enamorada. Pero él sentía una profunda pasión por Sonia, una joven a la que conoció en los campamentos de verano y con la que acabó contrayendo matrimonio.

Sofía y Harald de Noruega

El amor imposible de la infanta Elena

25 años después de esa boda se celebraron las bodas de plata, celebración a la que asistieron representantes de otras casas reales europeas. Y entre ellos estaba la infanta Elena, que como decíamos, coincidió con el mencionado el príncipe Eduardo.

Entonces se generó mucha especulación sobre este posible romance entre ellos, aunque ninguno de los protagonistas lo confirmó. Si existió algo, fue efímero. Las imágenes que se difundieron los mostraban en actitudes cómplices: riendo juntos y cubriéndose con una manta para combatir el frío. En ese momento, la infanta Elena tenía 30 años y Eduardo 29.

Aquel presunto affaire abría la posibilidad de un vínculo más estrecho entre la realeza española y la británica. La relación entre ambas casas reales siempre fue cordial, pero esta circunstancia habría consolidado aún más esos lazos.

Infanta Elena 

Cambió a la infanta Elena por la hija de un vendedor de coches

Sin embargo, el romance no se concretó, y la infanta Elena finalmente continuó con Jaime de Marichalar, mientras que Eduardo contrajo matrimonio con Sophie Rhys-Jones, cuyos padres eran una secretaria y un vendedor de automóviles. Las uniones de ambos tomaron caminos muy diferentes. Donde uno estuvo plagado de discusiones, el otro fue victorioso en el terreno del amor.

Asimismo, desde su divorcio de Jaime de Marichalar, no se ha sabido de ninguna otra relación sentimental en la vida de la infanta Elena. Aunque se la vinculó con Luis Astolfi, esta relación no prosperó debido a que él no estaba dispuesto a sacrificar su carrera como jinete por el amor. Tenía plena conciencia de las implicaciones de entrar en una relación con Elena, que incluía la pertenencia a la Casa Real, y no estaba dispuesto a pagar ese alto precio.