Mientras seguimos descubriendo relaciones amorosas del pasado de la reina Letizia y del rey Felipe VI, otros en la familia real no tuvieron tanta suerte. A la infanta Elena, por ejemplo, no le ha ido tan bien en el terreno amoroso. La mayor de las hijas de los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía nunca ha encontrado la fórmula mágica para el amor, ni siquiera con Jaime de Marichalar.
La historia de Elena con Jaime fue un verdadero drama. Cuentan que se casaron sin estar enamorados. De hecho, dicen que, aunque al final, hicieron el "sí, quiero", la infanta estuvo a punto de dar marcha atrás en la boda. Y claro, en el matrimonio no faltaron las peleas y los malentendidos. La relación conyugal fue más bien un campo de batalla y ni los intentos de tener hijos, Froilán y Victoria Federica, lograron arreglar ese desaguisado.
La historia de amor más prometedora de la infanta Elena
Antes de ese lío con Marichalar, a la infanta le atribuyeron romances, y uno de ellos fue con un príncipe británico. Concretamente, con el príncipe Eduardo de la familia Windsor. Todo comenzó en la fiesta de las bodas de plata del rey Harald de Noruega, de quien la reina Sofía estuvo muy enamorada, y Sonia, con quien acabó contrayendo matrimonio tras no querer saber nada de la madre de Felipe VI. Una fiesta en la que Elena y Eduardo compartieron risas y hasta compartieron una manta para combatir el frío.
Aquel episodio puso sobre la mesa la posibilidad de ampliar vínculos entre la realeza española y la británica. En Zarzuela ya se frotaban las manos
El príncipe Eduardo pasó de la infanta Elena
Sin embargo, aquella historia, que prometía mucho e incluso apuntaba al altar, se quedó una aventura de verano. No confirmaron nada, pero las imágenes revelaban mucha complicidad que daba a pensar que eran mucho más que amigos.
Después de esa historia, la infanta Elena siguió su camino con Marichalar, mientras que Eduardo se casó con Sophie Rhys-Jones, hija de una secretaria y un vendedor de coches. Ahí es donde los caminos de las dos parejas tomaron rumbos muy diferentes. Y mientras Elena estaba en el epicentro de los conflictos maritales, Eduardo vivía su cuento de hadas particular.
Asimismo, desde su divorcio Elena tampoco ha tenido mucha suerte en el amor. Se la vinculó con tal Luis Astolfi, pero ese romance se fue al traste porque el chico no estaba dispuesto a renunciar a su carrera como jinete por el amor. Él sabía muy bien que meterse en una relación con una infanta tenía sus consecuencias, y no estaba dispuesto a pagar ese alto precio.