La infanta Elena siempre ha sido una de las personas más discretas de la familia real. Siempre ha intentado mantenerse en un segundo plano, a diferencia de sus hijos, que por alguna extraña razón siempre acaban acaparando el foco mediático. Elena es la más Borbón de toda la familia, fiel defensora de la monarquía española, y principalmente del reinado de Juan Carlos I. No está de acuerdo con la abdicación del emérito, pero mucho menos con su exilio, la mayor humillación a un exmonarca, por este motivo, en más de una ocasión ha discutido con Felipe VI.
En el terreno profesional trabaja en la Fundación Mapfre, donde ingresa 25.000 mensuales, es decir, 300.000 euros anuales. En el terreno personal continúa soltera desde que se divorció de Jaime de Marichalar en 2007 después de varias desavenencias en el matrimonio. Según ella, su comportamiento era muy extraño, muy complicado para la convivencia, era bipolar. No aguantaba más y así le comunicó a Juan Carlos su intención de anunciar su divorcio, pero al sufrir un ictus le pidió que esperase hasta que estuviese plenamente recuperado.
Desde entonces la prensa la ha relacionado con algún que otro hombre, pero nunca se confirmó absolutamente nada. Solo se sabe que ella siempre ha vivido sola en su piso de 500 metros cuadrados en el barrio del Niño Jesús, en compañía de su perro y de Victoria Federica, también de Froilán antes de marcharse a los Emiratos Árabes.
La infanta Elena no se volvió a enamorar después de sus traumáticas experiencias
La vida romántica de la infanta Elena se apagó una vez que rompió su relación con Jaime de Marichalar. No estaba dispuesta a convivir con ningún otro hombre, pero antes del exduque de Lugo, la relacionaron con otras personalidades. Por ejemplo, se dijo que tuvo una relación con el príncipe Eduardo de la familia Windsor. Se conocieron en las bodas de plata del rey Harald de Noruega, de quien la reina Sofía estuvo muy enamorada. Juan Carlos les vio muy cómplices y pensó que ya había unido a su hija con alguien de la realeza.
Sin embargo, no pasó del verano. Estuvieron conociéndose un tiempo, pero no fue a más. Ni tan siquiera dio tiempo a confirmar la relación ni el fin de la misma. Solo fueron rumores. Ellos decían que eran amigos.
Finalmente la infanta Elena se casó con Jaime de Marichalar, aunque arrepentida porque el día de la boda estuvo a un paso de marcharse. Por su parte, el príncipe Eduardo se casó con Sophie Rhys-Jones, hija de una secretaria y un vendedor de coches. Y parece que a Eduardo le fue mucho mejor que a ella en su matrimonio.