En los últimos meses, la vida de la infanta Elena ha estado marcada por un cúmulo de tensiones familiares y controversias mediáticas que la han situado en una posición especialmente delicada, recientemente peleada con Felipe VI por supuestamente aconsejar a su padre a demandar a varias personas. Históricamente muy unida a su familia, y en particular a su padre, don Juan Carlos, la primogénita de los reyes eméritos siempre ha mostrado una lealtad firme hacia los principios de la monarquía y una cercanía evidente con la figura de su progenitor, a quien defiende incluso en los momentos más cuestionados de su trayectoria pública.

Este respaldo incondicional ha generado más de un roce con su hermano, el rey Felipe VI, especialmente desde que el emérito decidió adoptar una postura más activa frente a aquellos que, según él, han dañado su reputación. Tras un prolongado silencio mediático, Juan Carlos I ha emprendido acciones legales contra figuras como Miguel Ángel Revilla, al que reclama una compensación económica por las afirmaciones recogidas en su último libro. Además, ha retomado el proyecto de sus memorias, que verán la luz próximamente bajo el sello de una reconocida editorial, a pesar del evidente malestar que esta decisión ha generado en el entorno de la Casa Real.
Diversas voces apuntan a que Elena habría influido en esta nueva estrategia del emérito, aunque ella niega haber incentivado a su padre a actuar de esa forma. No obstante, se sabe que estaba al tanto de estas iniciativas y no informó previamente a los actuales monarcas, lo que ha intensificado la tensión entre hermanos. Este silencio ha sido interpretado como una falta de lealtad institucional, agravando una relación que ya venía resentida desde hace tiempo.
La infanta Elena llora todas las noches por el empeoramiento de Juan Carlos I
La distancia entre Felipe VI y su padre parece hoy más marcada que nunca. El rey ha optado por distanciarse del conflicto, evitando cualquier muestra pública de apoyo. Todo indica que don Juan Carlos no regresará a España en un futuro cercano, permaneciendo en su residencia de Abu Dabi sin siquiera participar en eventos como las tradicionales regatas de Sanxenxo. Sus hijas, si desean verle, deberán desplazarse a los Emiratos Árabes o a Ginebra.
Elena, por su parte, se encuentra en un estado emocional delicado. Quienes la han visto recientemente por las calles de Madrid, especialmente en zonas cercanas al Retiro, la describen como una mujer abatida, sumida en sus pensamientos y profundamente preocupada por la situación familiar. Sus hijos, Victoria Federica y Froilán, no esconden su inquietud ante el sufrimiento de su madre, que se debate entre el amor a su padre y el desencuentro con su hermano, el rey.
