La infanta Elena tomó el relevo a la reina Letizia en los Juegos Paralímpicos de París, donde la consorte pasó cuatro días. Allí la hemos visto con sus típicas banderitas, gorritas y otros accesorios, tan pintoresca como siempre que acude a eventos de este tipo. No es casualidad que haya ido después de Letizia. La propia Elena pidió no coincidir con ella en la capital francesa.
Ahora Elena regresa a Madrid, donde tiene previsto acudir este domingo al funeral de Juan Gómez Acebo, fallecido el pasado 12 de agosto, pero cuyo funeral se celebra ahora para que puedan acudir todos sus familiares y amigos. Pero este ajetreo de aviones y viajes no solo ha sido esta semana. Su padre, el rey emérito Juan Carlos I, también la tiene de aquí para allá.
El rey emérito, de 86 años, ha enfrentado múltiples problemas de salud en los últimos años, y su deterioro es cada vez más evidente. Desde la famosa caída en Botswana, donde se fracturó la cadera, su condición física ha ido en declive. Los problemas de movilidad que sufre son un reflejo de ese deterioro, lo que le ha llevado a depender de un bastón en el mejor de los casos, y de una silla de ruedas en otros momentos. A pesar de las recomendaciones de sus médicos para utilizar la silla de ruedas de manera constante, Juan Carlos I insiste en mantener cierta autonomía, lo que preocupa profundamente a su familia.
La infanta Elena es la hija que más pendiente está del rey emérito Juan Carlos I
Uno de los dispositivos que ayuda a su equipo médico a controlar su salud es un anillo inteligente que lleva en la mano derecha. Este avanzado aparato permite monitorear en tiempo real diversos parámetros vitales del rey emérito. Sin embargo, a pesar de estos avances tecnológicos, la realidad es que su estado de salud no mejora de forma sustancial, y sus hijos, especialmente la infanta Elena, sienten la necesidad de estar más cerca de él para ofrecerle apoyo.
La infanta Elena, siendo la mayor de los hijos del rey Juan Carlos, ha sido la más involucrada en el cuidado y la atención de su padre en los últimos tiempos. Ha realizado numerosos viajes para estar junto a él, ya sea en Sanxenxo, donde el emérito se instala cuando visita España, en los Emiratos Árabes o en Ginebra, en función de dónde esté pasando los días el emérito. Este constante ir y venir es un reflejo del empeño de la infanta en estar al lado de su padre, quien cada vez depende más del apoyo de su familia.
La infanta Elena se desvive por su padre
No es casualidad que sea Elena la que más se desplaza para estar pendiente de su padre. La mayor de los hijos de los eméritos siempre ha sido muy de Juan Carlos I. Adora a su padre. Le tiene auténtica devoción, a pesar de sus fechorías y las faltas de respeto a Sofía. Elena es muy tradicional, de esas personas que considera que, por ser el cabeza de familia, el ex monarca puede hacer lo que le venga en gana, aunque ello signifique pasar por encima de los demás.
El estado de salud del rey emérito ha obligado a realizar importantes modificaciones en su residencia, adaptándola a su nueva realidad. Se han instalado rampas y un ascensor interior para facilitar su movilidad, pero pese a estas adaptaciones, las preocupaciones por su bienestar no disminuyen. El dolor constante y los problemas de movilidad lo mantienen bajo supervisión médica permanente, y cada vez son más frecuentes los viajes en busca de los mejores tratamientos en otros países.