Froilán se ha marchado de España. Nuevamente. ¿Dónde va? ¿Qué hará? ¿Cuándo volverá? No lo tenemos nada claro. Parece que tendría que volver a los Emiratos Árabes con su abuelo Juan Carlos, pero ha llegado un punto que todo hay que ponerlo entre interrogantes. Con esta familia nunca se sabe. Hablamos en plural, sí, porque su entorno no ayuda. La infanta Elena es una maestra de marear la perdiz. De ella y de su entorno salió la teoría de que el joven iba a Abu Dabi no como castigo para ser un prenda, si no a trabajar. Poco trabajaría los pocos días que pasó allí, dicen que poniendo hasta el moño al abuelo. Así que volvió unos días a Madrid, pegándose la fiesta padre. 72 horas que podrían ser más, porque el rastro y la sombra del personaje es alargado. Volvía a su hábitat nocturno, el de los afters y privados exclusivos donde algunos desatan vicios y peligros diversos. El mismo por el que podría tener problemas con la justicia, aquella pelea con navajas y heridos. Por eso dicen que tomó el avión, para no tener que testificar. Vete a saber.

Este huracán escandaloso no es fácil de digerir, ni siquiera si eres una infanta, hermana e hija de reyes, protegida hasta el extremo y que disfruta de privilegios muy golosos. Por ejemplo, los escoltas del niño siguiéndolo por todos los antros de Madrid. Lo que no puede parar, sin embargo, es el ruido, la estupefacción y la ridiculización del hijo, de la familia y de la propia corona. El cuarto en la línea de sucesión, no lo pierdan de vista. Este tipo podría ser Jefe del Estado. Una historia de terror o una obra maestra de la comedia. Eso depende de si eres monárquico o republicano. En todo caso, a Elena se le nota la tensión.

Froilán se va / GTRES

La infanta Elena intenta ignorar a la prensa, pero no puede evitar los gestos que delatan su tensión

Elena dejó de ir al trabajo dos días, haciendo una bomba de humo muy bien calculada. Cuando volvió lo hacía disfrazada de espía de cómic, intentado pasar desapercibida, avergonzada. Un día después lo hemos vuelto a ver en circunstancias parecidas. Han sido pocos segundos los que las cámaras de Europa Press han podido captar a "doña" Elena, como le gusta exigir que le llamen, mientras conducía su vehículo cerca de la empresa donde trabaja. Pasa bastante deprisa, sin quitarse el sombrero ni las gafas de sol en el interior del coche. Qué angustia, ¿no? Se ha acostumbrado al uniforme, debe ser eso. Los reporteros han empezado a gritarle preguntas desde el exterior, cosa bastante habitual en la profesión y que no sirve de gran cosa, la verdad. Ahora bien, en algunas ocasiones pescan oro en ríos secos y muertos: este es un caso. Porque a pesar de no oír su voz ni, evidentemente, responder a ninguna cuestión de la prensa, sí que se puede apreciar un gesto que lo dice todo. De ella y también de la situación.

LA INFANTA ELENA AYER:

Infanta Elena de incógnito en el trabajo / Europa Press

LA INFANTA ELENA HOY:

Infanta Elena sigue camuflada en el coche / Europa Press

Refunfuñando y sin quitarse el disfraz "de incógnito" en el coche, vaya escena

Elena refunfuñando mientras sale a toda velocidad para dejar atrás a los periodistas, apretando los dientes y diciendo que no ostensiblemente con la cabeza, el sombrero y las gafas. No, no, no. Seguro que ha soltado algún taco y todo, los Borbones son muy campechanos y tal. Habrá pensado en la familia de más de uno, no sería la primera vez. Está harta de todo, pero es demasiado tarde. Le han dado tanta libertad e impunidad, y a cambio le han exigido tan poco a Froilán que se lo tienen que comer con patatas. Ni Felipe ni Letizia, los amos de la barraca, moverán un dedo más allá de lo que sea imprescindible para salvarlo. Que no se haga daño y vía. Es una oveja negra. Y ella, la madre que lo matriculó... y que lo ha criado con y sin Jaime Marichalar. El resultado del trabajo en equipo, regular tirando a mal.

Ni la marcha del hijo más problemático la calma. Al final tiene cosas de mamá gallina, como Letizia. No son tan diferentes.