La infanta Elena ha sido una figura activa en causas solidarias y en su rol como representante de la Casa Real. Es una mujer comprometida con las causas sociales, siendo un ejemplo para muchos, tanto fuera como dentro de la familia real. No obstante, en su equipo de escoltas no tiene muy buena fama. Muchos aseguran que en las distancias cortas, Elena tiene mucho sentido del humor y es una persona muy cercana. Pero parece que no tiene el mismo trato con sus guardaespaldas.
Según testimonios de varios escoltas, la infanta Elena suele dirigirles comentarios despectivos y emplear un tono autoritario, lo que contribuye a un ambiente laboral tenso.
Los escoltas no tienen buenas opiniones de la infanta Elena
Aunque los escoltas están acostumbrados a largas jornadas y demandas exigentes, lo que describen como un trato humillante por parte de la infanta es lo que realmente les afecta. En algunos casos, los agentes han llegado a solicitar reasignaciones, citando un desgaste emocional que dificulta su capacidad para desempeñar su labor de manera eficiente.
Algunos testimonios de antiguos empleados la califican como exigente, mientras que otros la acusan de ser poco cercana. Aunque estas afirmaciones no han sido confirmadas oficialmente, refuerzan la percepción de que su trato hacia el personal podría estar dañando su imagen pública.
Un problema de la infanta Elena provoca incluso cambios de protocolo
A todo ello se suma un problema de la infanta que en ocasiones ha generado algunas tensiones. Sus escoltas conocen un detalle íntimo de la infanta Elena, que a veces incluso ha marcado el protocolo y que tiene que ver con sus problemas de incontinencia. No porque tenga pérdidas, sino porque a menudo necesita retirarse para orinar. Elena es muy sensible en este sentido y necesita a acudir al baño a menudo. Un problema que muchos apelan a que la infanta suele beber muchos líquidos a lo largo del día en su plan de vida saludable. Y claro, por algún lado tiene que salir todo lo que ingiere.
Aunque este detalle pueda parecer trivial, las interrupciones constantes para satisfacer esta necesidad fisiológica han comenzado a generar tensiones en su escolta. El problema no radica únicamente en las pausas frecuentes, sino en cómo estas alteran la dinámica de protección y organización del equipo. Los escoltas deben adaptar sus rutas, horarios y protocolos a estas eventualidades, lo que puede dificultar el cumplimiento de sus funciones.