No es ningún secreto que son muchos los episodios que se ocultan en la casa real. La dinastía de los borbones está repleta de escándalos, controversias y polémicas que, en muchos casos, harían tambalear a la institución. No obstante, tanto protagonistas como altos cargos de Zarzuela se han encargado de silenciarlas cuidadosamente, guardando los asuntos más oscuros en el fondo del cajón. No obstante, a veces alguien escarba en ellos. Y episodios que creían que nunca saldrían a la luz acaban siendo de dominio público.
Por ejemplo, el problema de alcoholemia que tiene un peso muy pesado de la familia real, y que Felipe VI y las infantas Elena y Cristina se han encargado de ocultar. Uno que ocurrió hace más de 10 años. Fueron muchos los detalles que se intentaron silenciar, pero todos ellos han acabado siendo de dominio público por distintos frentes.
Los detalles ocultos del viaje de Juan Carlos I a Botswana
Para recordarlo debemos remontarnos a 2012, al famoso viaje a Botswana de Juan Carlos I para cazar elefantes. Un desplazamiento que se intentó ocultar, pero que se supo a raíz de que el emérito sufrió una caída que le causó graves lesiones en la cadera. Este incidente se mantuvo en secreto durante mucho tiempo, a pesar de las consecuencias que generó tanto dentro de la familia como fuera de ella.

No obstante, tras este telón, habían detalles mucho más turbios que se encargó de revelar Corinna Larsen en un pódcast. La ex amante del rey narra cómo el monarca, tras una noche de excesos con sus amigos, terminó en un estado de embriaguez tan avanzado que apenas podía mantenerse en pie. Durante la fiesta, el alcohol fue la protagonista, y, como era habitual en los momentos de celebraciones de la familia real, las reservas de bebidas alcohólicas se agotaron rápidamente. En ese estado, Juan Carlos intentó regresar a su cabaña, pero perdió el equilibrio y cayó, provocándose una fuerte lesión en la cadera.
Graves problemas con el alcohol
El incidente no fue reportado en su momento debido al posible escándalo que podría generar, lo que llevó a la familia a ocultar la situación. En lugar de trasladarlo a un hospital en España, la Casa Real y el Gobierno optaron por minimizar el asunto. Fue solo cuando la hemorragia interna que sufrió el emérito se volvió grave y Corinna decidió evacuarlo en su jet privado para recibir atención médica urgente.

Pero el asunto no terminó ahí. Durante el vuelo de regreso, la situación empeoró. A pesar de estar consciente de que necesitaría cirugía al llegar a Madrid, Juan Carlos I continuó bebiendo sin importar las advertencias de Corinna. Su respuesta, al ser cuestionado sobre su consumo de alcohol, fue clara y tajante: "Yo soy el rey de España y hago lo que me da la gana". Unos sucesos que la infanta Elena y sus hermanos intentaron mantener en el más absoluto silencio, temiendo que el escándalo pudiera afectar aún más la imagen pública de la familia real. Intentos que finalmente no han tenido éxito.
Luego vendría el "lo siento mucho, no volverá a ocurrir". Y aunque, que se sepa, no ha vuelto a matar elefantes, si ha mantenido vigente durante años su gusto por el alcohol. Porque puede parecer un hecho aislado, pero se conoce que Juan Carlos I nunca ha hecho ascos a una copa, fuera cual fuera la bebida que contenía. Solo ha dejado de consumirlo cuando los médicos le han advertido que debía dejarlo si quería alargar su vida al máximo.