La infanta Elena siempre fue una figura que generó preocupación en el seno de la familia real española, especialmente para sus padres, el rey Juan Carlos y la reina Sofía. Durante años, pensaron que nunca lograrían verla casada, algo que resultaba inquietante dado su lugar en la línea de sucesión. Si Elena hubiera sido la mayor sin un hermano varón, la Constitución habría tenido que modificarse, como ocurrió posteriormente con la princesa Leonor, para garantizar que pudiese heredar el trono. La idea de una reina soltera era vista como un escándalo en aquella época.

Aunque tenía amistades tanto masculinas como femeninas, nunca se le conocieron relaciones serias, al menos no que sus padres aprobaran. Sin embargo, hubo un momento en el que Juan Carlos y Sofía se ilusionaron: Elena parecía llevarse muy bien con Cayetano Martínez de Irujo, miembro de la familia de la duquesa de Alba. Sin embargo, esa relación no prosperó, ya que el jinete decidió alejarse.

Boda infanta Elena y Jaime de Marichalar

Finalmente, en 1994, la infanta contrajo matrimonio con Jaime de Marichalar, a quien describió entonces como una persona cariñosa y persistente. Sin embargo, con el tiempo, descubrió que el carácter de su esposo era inestable, lo que complicó la relación. La pareja tuvo dos hijos, una decisión que parecía destinada a fortalecer su matrimonio, pero que terminó agudizando los problemas. Aunque estuvieron cerca de divorciarse, un infarto que sufrió Marichalar retrasó la decisión, siguiendo la recomendación de Juan Carlos de no precipitarse.

Tras el divorcio, la infanta Elena no volvió a mantener una relación sentimental conocida. Actualmente, vive en el barrio de Salamanca, cerca del parque de El Retiro, junto a su hija Victoria Federica, quien, a pesar de generar importantes ingresos, no tiene planes de independizarse. Su hijo Froilán también vivió con ella hasta que se trasladó a Abu Dabi, un intento de alejarlo del constante escrutinio público.

Juan Carlos I no quería que la infanta Elena heredase el trono 

Para rehacer su vida laboral, Elena recibió el apoyo de su padre. Desde 2008, trabaja como directora de proyectos en la Fundación Mapfre, con un salario que, según algunas fuentes, oscila entre 180.000 y 200.000 euros anuales. Sin embargo, este ingreso no parece cubrir el nivel de vida que lleva. Además, se le atribuye una adicción a las compras compulsivas en línea, un hábito que habría comenzado en su adolescencia y que todavía le causa problemas. Para gestionar esta situación, Juan Carlos le brinda apoyo económico mensual. En un intento de evitar conflictos familiares, durante su juventud solía enviar los paquetes a casa de amigos cercanos de Felipe para mantener ocultos sus excesos.

Juan Carlos I nunca tuvo muchas confianzas en la infanta Elena, por ello intentó que llegase el varón a la corona. Uno de los favores que el emérito pidió a Adolfo Suárez fue que su hija mayor no heredase el trono. “Debería sacar a la infanta Elena de la línea sucesoria. Mi hija mayor no es capaz de gobernar”. Con el cambio de la Constitución, la infanta Elena podría haber sido la heredera como ahora lo es Leonor. “Pero eso va en contra de los nuevos tiempos”. Según las palabras de Pilar Eyre, Juan Carlos I habría respondido enfurecido: “¡Me importa una mierda la nueva era! ¡Elena no puede gobernar, punto! ¡Ya no tengo que explicar nada!”.

Boda de la infanta Elena