De puertas para fuera, la infanta Elena da una imagen de tranquilidad y saber estar. Parece una mujer muy modosita que nunca ha roto un plato. Y aunque a veces se ha mostrado un poco vinagre con la prensa, suele mantener las formas, sin estridencias. A pesar de los dolores de cabeza que le provocan los escándalos en los que se ven envueltos sus hijos, Victoria Federica y Froilán, o de los palos que ha recibido en muchos medios desde siempre Jaime de Marrichalar.

Sin embargo, nada es lo que parece. Como suele ocurrir en muchos miembros de la familia real, la infanta Elena también tiene una cara oculta que muchos desconocen.

A la infanta Elena le gusta salir a divertirse

Recientemente la infanta estuvo disfrutando del nuevo musical de Nacho Cano, 'Malinche'. La obra se ha estrenado en Madrid, en el recinto de IFEMA. Y en ella, el ex miembro de Mecano cuenta la historia de amor entre Malinche y Hernán Cortés. Y la presencia de la infanta Elena en el teatro nos ha llamado la atención. Porque a Elena la hemos visto en los toros o en la hípica, pero no recordábamos saber de sus visitas a los musicales de Madrid.

Tanto es así que, indagando entre las crónicas de la casa real, hemos encontrado un documento en el que sale a la luz que a la infanta le va la marcha. Siempre le ha ido. Salir de fiesta no es cosa solo de Victoria o de Froilán. La realidad es que viene de familia. Porque a la primogénita de los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía también ha tenido buenas juergas.

No pudo serlo en Zarzuela, pero sí fue la reina de las tarimas

A la infanta Elena le encanta bailar. Es una apasionada de la música, la antigua y la contemporánea. Cuesta imaginarla bailando reggaetón, pero es una realidad. Y le gusta salir a divertirse siempre que puede.

Infanta Elena EFE

En realidad siempre le ha gustado. Según han revelado algunas fuentes y explican, entre otros medios, en Vanitatis, antes de ser mayor de edad, Elena ya se quitaba el disfraz de infanta y se ponía sus mejores galas para salir de fiesta. Y no dudaba en subirse a las tarimas, donde se pasaba toda la noche moviéndose al ritmo de la música. Quizás esperando a que la rescatara un príncipe azul que no llegó. Sí, aunque a primera vista no lo parezca, la infanta Elena también tiene una vida desconocida en las madrugadas de Madrid.