La infanta Sofía tiene 16 años desde el pasado 29 de abril. Entra en una etapa de cambios notables, siguiendo los pasos de la princesa Leonor. Pronto acabará el curso en el colegio de toda la vida, el Santa María de Rosales, y ocupará la vacante que deja su hermana en el UWC Atlantic College de Gales. Será dos años en los que saldrá de su burbuja para meterse en otra, pero al menos será diferente. ¿El mejor consejo que le puede dar a la princesa? Que aproveche bien el tiempo, pasa volando. Un día te vas a dormir y al siguiente tu papi querido te ha matriculado en una academia militar, por ejemplo. Cosa que, de hecho, Felipe piensa repetir con ella. Letizia ya tiembla.
Sea como sea, la criatura entra en la recta final de una adolescencia en la que disfrutado de algo más de libertad que su hermana, la gran esperanza blanca de la monarquía. Sofía juega al fútbol, tiene amigas, estilo propio. Es más natural, a pesar de los esfuerzos de su madre por robotizarla. Y parece madura, hecho realmente encomiable teniendo en cuenta su ambiente cotidiano, con problemas, presión mediática y un constante goteo de escándalos familiares. Sería más fácil abandonarse, seguir el ejemplo de Froilán y perpetuar la leyenda negra borbónica. Bien, por eso precisamente los primos Marichalar están vetados en Zarzuela.
Juan Carlos, un yayo fantasma para Leonor y Sofía: mejor lejos
Hablando de cordones sanitarios, el más fuerte es el que Felipe y Letizia han impuesto a Juan Carlos de Borbón y Abu Dabi. No tanto por la parte que corresponde a los adultos: el rey abrazó y besó al emérito a escondidas en Atenas, mientras que la consorte tuvo que sufrir a su suegro a su lado en el funeral de Isabel II en Londres. Los elementos protegidos son precisamente las hijas, Leonor y Sofía. Las imágenes de familia feliz anteriores a la huida del abuelo no se han vuelto a producir por razones obvias, aunque tampoco trascienden gestos de afecto con las nietas. Más bien pasa todo lo contrario. El yayo Borbón es un ser ausente, fantasmagórico. Solo le queda un abuelo, pues: Jesús Ortiz, el padre de Letizia.
La frialdad de Jesús Ortiz, abuelo materno de la infanta Sofía
La relación con él, sin embargo, tampoco es buena. 'El Confidencial Digital' asegura que fue el gran ausente de la fiesta de cumpleaños de la Sofía en los jardines de palacio: "De su abuelo materno, ni rastro. La relación entre abuelo y nieta es bastante escueta, por lo que, al no existir apenas vínculos y debido a compromisos profesionales, tampoco acudió". Eso sí, tuvo el detalle de llamarla para felicitarla, como mínimo. Jesús vive al margen del universo royal de su hija: la separación de Paloma Rocasolano y rehacer su vida con otra señora levantó ampollas. Unas barreras que han entorpecido el contacto con su nieta, que vive, de facto, sin abuelos. Solo le quedan las yayas... y todos vimos qué pasó en la Catedral de Palma.
Sofía no es Heidi, no se sabe aquella de "abuelito dime túuuu".