Los Borbones son aquella familia que se llena la boca hablando de austeridad, de pensar en el país, de apretarse todos el cinturón, de superar crisis, etc, etc, y después, hace todo lo contrario. El rey Felipe, en algunas intervenciones, dependiendo del ámbito dónde se encuentre, o en el discurso de nochebuena, y también Letizia, cuando se encuentra en tareas humanitarias, hablan de cómo entre todos se tiene que ayudar a que no haya pobreza ni gente que las pase canutas. Pero la realidad es que la familia real siempre ha pensado en alguien antes que en el resto de la sociedad: en ellos mismos. Una prueba fehaciente es el rey emérito, un Juan Carlos caradura que se llena los bolsillos a manos llenas, venga de donde venga el dinero. Y otro ejemplo de esta hipocresía borbónica la encontramos en sus hijas, unas infantas Elena y Cristina que ahora ya no se cortan un pelo a la hora de demostrar que a ostentación, no hay quien las gane.
La última muestra la encontramos en los últimos actos donde se ha visto a las infantas. Tal como explica Sílvia Taulés en Vanitatis, "ahora que ya sabemos todos que las infantas Elena y Cristina heredarán una fortuna, ahora que el patrimonio del rey Juan Carlos I es público y notorio, sus hijas ya no se esconden". Y tiene más razón que un santo. ¿Por qué? Porque "muestran su querencia por el lujo con total libertad. Es lo que se llama el lujo silencioso", un concepto acertadísimo para definir aquellos fondos de armario llenos de piezas exclusivísimas y de calidad top. Quizás no hay logos, ni marcas visibles ni ostentación, pero por mucho que disimulen, los entendidos saben que aquello vale una fortuna. Y ellas, tan panchas... Como diría aquella, Claro que sí, guapi.
Explica el citado medio que a pesar de los años "de perfil bajo, sin grandes alharacas" de las infantas, especialmente con la imagen, ahora ya no se esconden y sacan a pasear sus objetos más preciados y exclusivos a ojos de todo el mundo. Ahora ya hacen como su hija y sobrina Victoria Federica, que no sale a la calle si no es con un bolso de lujo y un modelito al alcance de pocos bolsillos. Y un ejemplo son las últimas apariciones, por ejemplo, el fin de semana pasado en Suiza, en la graduación de Irene Urdangarin. Elena, sin ir más lejos, paseó por Ginebra uno de los bolsos más emblemáticos de Dior, un 'Saddle' que emula una silla de montar, a ella que le gustan tanto los caballos. Un ejemplar de 4.000 euros. Casi ná. Este era de color azul, pero días atrás lució orgullosa otro con estampado de flores.
Pero todavía ha ido más allá y ha llevado un bolso de mano más exclusivo estos días: un Kelly de Hermés, una pieza que tiene una lista de espera de más de seis meses en las tiendas de todo el mundo, pieza artesanal, cosida a mano, y que si es original y nuevo, cuesta más de 10.000 euros. Un bolso de mano mítico de la casa francesa que Grace Kelly lució para taparse su incipiente embarazo con él. Cristina, de su parte, apostaba por otro bolso difícil de encontrar, una edición especial de un Hermès Garden Party gris y blanco. Pero como de tal palo tal astilla, Irene Urdangarin también hace como su madre y tía y no se corta un pelo a la hora de mostrar el lujo colgado de su hombro. En su caso, un Chanel, el modelo Timeless, pequeño y marrón, que cuesta, atención, 9.600 euros y es una preciada pieza de coleccionista, y que anteriormente le vio a su querida prima Victoria Federica, la primera Borbón que demostró tener adoración por este modelo de la firma francesa.
Lujo silencioso... Pero los Borbones llaman a los cuatro vientos a lo que son: unos caraduras que no piensan renunciar al lujo.