Irene Urdangarin está a punto de cumplir 19 totalmente desatada. El año sabático en Madrid, con una estancia haciendo de cooperante 'pija' en Camboya, no ha provocado el cambio que su madre Cristina esperaba. La infanta, con el corazón en un puño permanentemente por la idealización de su prima Victoria Federica, ha intentado hacer de poli bueno, dándole cuerda y permitiéndole dejarlo todo bajo la promesa de que se centraría en su futuro. Concretamente, recuperar los estudios que envió a hacer puñetas ahora hace un año, y dejarse de soñar con Instagrams, alfombras rojas, exhibicionismo y vidas hedonistas. Le faltan tres meses para ponerse a hacer algo de provecho, con Londres sonando con fuerza, pero nada está claro. En cambio, hay certezas irrebatibles. E irritan a su madre.

La principal, que la niña se ha echado un novio. El primero de su vida adulta, el primer amor. Decían que el emparejamiento con Juan Urquijo, flamante cuñado de 26 años del alcalde de Madrid, también fue cosa de Vic, pero otras voces apuntan directamente a los hermanos Juan Valentín y Pablo. Todos los primos Borbones tienen relación con Urquijo, y el motivo es sencillo, a la vez que vergonzoso para Cristina: que Juan también tiene su sangre. Vaya, que es de la familia, otro primo. La endogamia royal se vuelve a reproducir en esta dinastía, vaya sorpresa. Pero claro, si los jóvenes han mamado esto en casa, ¿por qué no tendrían que repetirlo? Irene, por lo visto, está dispuesta a desafiarla.

El romance dura ya unos cuantos meses, y solo la marcha de la hija pequeña de Iñaki Urdangarin al Sureste asiático ha interrumpido el contacto físico. Y decimos físico porque de otros tipos ha habido: el día de la boda de José Luis Martínez-Almeida, con toda la borbonada en el convite, la pareja pasó un buen rato a teléfono compartiendo añoranza y manteniendo viva la llama de cara al reencuentro. Una que arde y arderá durante los próximos meses, con Irene entrando y saliendoe de Zarzuela cuándo y cómo quiere para disfrutar del amor prohibido antes de la posible separación y, como apunta el '¡Hola'! abrazar el ayusismo: Madrid, terrazas, buen tiempo, libertaz. Vaya. Como la primita, otra vez.

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Irene y Victoria Federica / Europa Press

La revista del saludo, pesadilla de Cristina al exprimir la relación que hubiera querido esconder, hace una glosa azucaradísima de los próximos meses de Irene en la capital de España, de donde no la sacas ni con agua caliente. Se supone que tiene que rematar el tema de sacarse el carnet de conducir, el más complicado de la historia de la humanidad. La "gran estudiante" vaguea: ha necesitado (si es que lo aprueba, que no está claro) un año para alcanzar una meta tan trivial. Después vendrá el tema de la carrera en Londres, ciudad que valora por privacidad y "por el sistema educativo". Su intención es hacer 'eventos hospitality' -turismo y hotelería-, marketing y relaciones públicas". Si no acaba cerrando discotecas como Vic y el Froilán (este es más de afters chungos), ya será mucho. El gran objetivo, alejarla de Madrid. Todos se echan a perder allá.

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La infanta Cristina / Europa Press