En los últimos años, desde la casa real se ha hecho un arduo trabajo para mejorar la imagen de la corona. Se han llevado a cabo varios ejercicios de transparencia para acercar la monarquía a los ciudadanos. Demostrar que los miembros de la monarquía son personas normales que no se alejan de los ciudadanos de a pie. El objetivo principal de esta campaña pasa por enterrar la mala imagen que generó Juan Carlos I, sobre todo de cara a las generaciones más jóvenes, y preservar la continuidad de la corona. De hecho, se trabaja constantemente en generar una imagen de cercanía por parte de Leonor, la futura reina de España, con tal de que sea aceptada.
Sin embargo, por mucho que se quieran adaptar a los tiempos que corren, lo cierto es que hay protocolos que no desaparecen. Costumbres más propias de la edad media que del siglo XXI. Por ejemplo, las reverencias.
Al rey Felipe VI y a las infantas Elena y Cristina, siempre se les ha inculcado que sus padres, antes que eso, eran los reyes. Y en esta tesitura, se les obligaba a cumplir con las jerarquías, haciendo reverencias a sus padres cada vez que se dirigían a ellos, tanto en el ámbito público como el privado. Y no solo sus hijos debían cumplir con esta formalidad, también el resto de la familia. Es decir, sus nietos.
Los Marichalar y los Urdangarin se niegan a hacer una reverencia a la princesa Leonor
Esta costumbre la han heredado los reyes actuales. Varias fuentes confirman que Leonor y Sofía deben hacer una reverencia a sus padres antes de darles dos besos. Y también todos sus primos antes de saludarlos. Los Marichalar y los Urdangarin ya casi no se ven con sus tíos, pero cuando hay algún encuentro, el protocolo manda.
Del mismo modo, también se ha instado a los hijos de las infantas que le hagan una reverencia a Leonor. Al fin y al cabo, es la futura reina. Y quieren que en privado, el único ámbito en el que Leonor coincide con sus primos, le dediquen una reverencia. Los Urdangarin y los Marichalar, sin embargo, se niegan. Se sienten apartados de la familia real y no consideran que tengan que seguir ninguna indicación. Ni ellos agachan la cabeza ni Irene y Victoria Federica hacen la genuflexión que tanto le gustaría a la reina Letizia, irritada al ver que se pasan el protocolo por el forro.