Venganza y traición. Suena a nombre de telenovela, y en cierta parte lo es. El cumpleaños de los dieciocho de la princesa Leonor, día de celebraciones, jolgorio y exaltación del patriotismo de las formas más rimbombantes ha quedado, para no perder las costumbres borbónicas, empañado por el juego sucio de algunos de los familiares de la heredera al trono. Y no, no hace falta remitir al reencuentro en el Palacio de El Pardo de una estirpe que no se soporta para fingir que todavía queda algo de amor familiar al que aferrarse.
Tampoco a la ausencia de los más desapegados, como la díscola Victoria Federica, que a diferencia de Froilán ni se planteó presentarse a dedicarle un felicidades a su prima. Bueno, lo hizo vía Instagram. Siempre tan cercana. En cualquier caso, nunca debiéramos olvidar que, como canta Zahara, a veces la bestia cena en casa.
Recapitulemos: solo tres de los seis primos paternos de la hija de Felipe VI y Letizia apostaron por no hacerle el feo en la tarde-noche de su primer acto solemne. Ni siquiera estaban forzados a lidiar con la exposición, puesto que la fiesta se celebró en la más estricta intimidad. De qué manera, si no, hubiera sido posible tener allí a Juan Carlos, sin ir más lejos. Y más vale obviar a Vickyfede, que prefirió pasar unos días en Perú junto a su amiguísimo el torero Roca Rey, y Juan y Pablo Urdangarin, que se ampararon en otros menesteres. Qué más da, porque allí sí estaba la pequeña y siempre púdica Irene. Considerada no tanto, porque se enfundó en un vestido del mismo color que la protagonista. Eclipse total en la noche de Halloween. Primer susto para la cumpleañera: check.
Por si esto no fuera suficiente, el enésimo desplante vendría algo después. Y es que quizás ella y su hermano Miguel, el otro Urdangarin que se presentó al evento, no tenían tantas ganas de jugar a la familia feliz. Tan solo unas horas en la que fuese residencia de Franco les bastaron para decir bye bye y dirigirse a la discoteca Gunilla, una de las más pijas de Madrid, donde se pegaron unos buenos bailes y se desinhibieron por completo después del tostón previo. El programa TardeAR publicaba en exclusiva algunas imágenes del interior de la fiesta y ya aseguramos que se los ve encantados de la vida de haber escapado pitando. Él, subido en un sofá y pegando botes al ritmo de la música. Ella, disfrutando de sus dieciocho todo lo que su prima no podrá. Y se comenta que un chico estaba muy pendiente de ella en el local. Ais.
Y es que es por todos sabido que Irene ya hace un tiempo que prefiere seguir el legado de su prima mayor en el ejercicio de ser una mamarracha profesional antes que los de la princesa de Asturias, que lidia con el tormento de hacer tres años de mili sin poder siquiera estudiar lo que le venga en gana. Tal es su conexión con la hija de la infanta Elena que, según cuentan, se dedicó a hacer videollamada con ella durante su presencia en el club nocturno. ¿Para qué? No hay que ser muy avispado para intuir con acierto que le relató todos y cada uno de los movimientos de los royals durante las horas previas.
Llamadita de madrugada a la archienemiga de Letizia. No es de extrañar que no la soporten, viendo cómo la pequeña de los Urdangarin ha caído en la tentación de seguir sus pasos. Y nadie quiere que Vicmabor corrompa a la princesa de Asturias.