La existencia íntima de Letizia Ortiz, ahora reina de España, se mantiene celosamente protegida dentro de los muros del Palacio de la Zarzuela, donde pocas facetas de su vida privada trascienden al público. A menudo se critica a la reina por su aparente frialdad y por mantener una distancia emocional con el pueblo, aspectos que intenta mejorar con el apoyo de su equipo de asesoramiento. Letizia se ha caracterizado por su tendencia a controlar meticulosamente su entorno, mostrándose reacia a cualquier desviación de sus planes. Con el tiempo, ha logrado proyectar una imagen de perfección, aunque detrás de esa fachada se esconde una historia mucho más rica y compleja que ha tenido que ser cuidadosamente gestionada, especialmente desde su introducción en la familia real.
Cuando el rey Felipe VI comenzó a cortejar a Letizia, su relación se vio inmediatamente envuelta en controversia. Felipe, profundamente enamorado, llegó al extremo de desafiar a su padre, el rey Juan Carlos I, con la amenaza de abdicar si se ponía en peligro su unión con Letizia. Este desafío culminó con la aceptación por parte del rey emérito, quien procedió a manejar discretamente los aspectos más polémicos del pasado de Letizia.
La juventud de Letizia, en particular, contiene episodios que podrían haber provocado malestar dentro de la monarquía. Desde una temprana edad, demostró su espíritu independiente y aventurero, enamorándose de su profesor de secundaria, con quien más tarde se casaría. Su paso por la universidad y su experiencia de estudios en el extranjero, incluido un período de Erasmus y la obtención de un máster fuera de España, marcaron una etapa de exploración y vivencias al límite.
Letizia salía de fiesta todas las noches, pero nunca faltaba a su trabajo
Durante su estancia en Guadalajara, México, Letizia adoptó un estilo de vida humilde, viajando en transporte público y sumergiéndose en la cultura local. Su amiga Sara relata cómo disfrutaban juntas de la vida nocturna, bailando salsa hasta el amanecer, con Letizia mostrando una predilección por el tequila y el vino tinto. A pesar de su inclinación por la diversión, Letizia mantenía un equilibrio, dedicándose a sus estudios y compromisos laborales. Sin embargo, en una ocasión, esta afición por la fiesta la llevó a un episodio de coma etílico, un incidente alarmante para sus amigos.
La reina también vivió aventuras durante los veranos en la Costa Brava, España, donde practicaba el nudismo y el autostop, revelando una faceta más despreocupada y libre. Su etapa en México incluyó incluso la venta de tabaco de contrabando, una muestra más de su vida bohemia y desenfrenada en aquel entonces.
Fue el encuentro con Jaime del Burgo, un abogado, lo que marcó un punto de inflexión en su vida, alejándola de los excesos del pasado. Del Burgo, quien previamente había tenido una relación con Telma Ortiz, hermana de Letizia, jugó un papel crucial en este cambio, mostrando a Letizia un camino diferente, lejos del tabaco y el alcohol, vicios que aún hoy, de manera ocasional, reaparecen en su vida privada. Este giro hacia un estilo de vida más moderado y controlado es parte integral de la evolución de Letizia, desde su juventud aventurera hasta su rol actual como reina de España, donde su pasado, lleno de vivencias ricas y complejas, se ve eclipsado por la solemnidad y responsabilidad de su posición.