Letizia sostuvo una conversación privada con Jaime del Burgo hace unos meses para evitar que divulgue información en público. Su intención era preservar el más profundo secreto de la Casa Real, pero finalmente sus instrucciones fueron desobedecidas. Por razones desconocidas, el abogado estaba decidido a perjudicar a la reina. Se desató una campaña difamatoria que posiblemente fue instigada por un tercero con vínculos directos con la Casa Real. Según el ex esposo de Telma Ortiz, madre de Leonor y Sofía, se insinuó que fue infiel a Felipe, lo que la dejó retratada como una adúltera y al mismo tiempo la debilitó en su posición dentro de la institución.
En los últimos años, Letizia ha sido la figura principal de la monarquía, tomando todas las decisiones mientras que Felipe, como rey y máxima autoridad, las ejecutaba sin tomar iniciativa. Esto eclipsaba al monarca, con Letizia siempre en una posición de superioridad. Sin embargo, con la campaña de desprestigio, ha sido relegada a un segundo plano, siempre detrás, en su verdadero papel. Esta estrategia ha permitido a los Borbón avanzar en una disputa familiar interminable. Tras ser privada de sus funciones y sueldo por parte de la corona, la familia se reúne nuevamente en Madrid.
Jaime del Burgo colabora con Casa Real para acabar con Letizia
Durante el último año, las reuniones familiares han sido constantes, aunque con ausencias. Estas reuniones han incluido el funeral de Constantino, la misa en su honor, los cumpleaños de Leonor, la infanta Elena, la reina Sofía, Juan Carlos, así como la graduación de Irene Urdangarin. Estos movimientos no han sido del agrado de Letizia, tampoco las idas y venidas de Juan Carlos, que el año pasado contabilizaron al menos siete apariciones públicas.
El pasado fin de semana fue el peor de todos para Letizia. Se conforman los rumores. La reina ha quedado fuera de juego para siempre. Ahora Felipe decide y quiere tener a su familia cerca. Los Borbón han ganado la guerra con esta última batalla. El 6 de abril Juan Carlos, la reina Sofía, las infantas Elena y Cristina, y algunos de sus hijos, como Froilán y Victoria Federica o Juan Urdangarin asistieron a la boda de José Luis Martínez Almeida y de Teresa Urquijo. Las únicas ausencias estuvieron marcadas por Felipe y Letizia, pero lo peor estaba por llegar. La monarca no pudo librarse del almuerzo que se celebró el domingo en Zarzuela con toda la familia al completo. Juan Carlos pisó una vez más Zarzuela. Los Ortiz Rocasolano han quedado desterrados.