Durante años, Jaime del Burgo fue una figura clave en el entorno de la familia real española. No solo tenía una relación cercana con Letizia, sino que también era una persona de confianza para la Casa Real. Su vínculo con los reyes de España era tan estrecho que, en muchos momentos, se le consideró casi un segundo padre para la princesa Leonor y la infanta Sofía. Sin embargo, todo cambió cuando su presencia dejó de ser conveniente para el futuro de la monarquía.
La historia entre Letizia y Del Burgo es mucho más compleja de lo que parece. Según el propio abogado, su relación pasó por varias etapas a lo largo de los años, desde un romance inicial entre 2002 y 2004 hasta una amistad que se mantuvo durante la primera etapa del matrimonio de Letizia con Felipe VI. Pero lo que pocos sabían es que, entre 2010 y 2011, la relación amorosa se reanudó con más fuerza que nunca.
Jaime del Burgo, de ser una figura clave en la familia real a ser apartado y silenciado
En esa época, Letizia no solo seguía casada con Felipe, sino que, según Del Burgo, ambos tenían planes concretos para abandonar Zarzuela, divorciarse del monarca y empezar una nueva vida juntos en Nueva York. En sus mensajes publicados en la red social X (antes Twitter), Del Burgo no solo ha expuesto detalles de su relación con Letizia, sino que también ha insinuado que ella le pidió que la "sacara de Zarzuela y la dejara embarazada". Estas declaraciones, sumadas a las informaciones aportadas por el periodista Jaime Peñafiel, sugieren que el vínculo entre ambos no se rompió de manera tajante en 2011, sino que hubo más encuentros clandestinos en los años posteriores.
Letizia y la familia real dan la espalda a Jaime del Burgo
Sin embargo, estos planes jamás se hicieron realidad. En 2014, la abdicación de Juan Carlos I supuso un giro inesperado en el destino de Letizia. Con el camino despejado para convertirse en reina consorte, la hasta entonces princesa de Asturias tomó una decisión drástica: romper definitivamente con Del Burgo y cortar cualquier vínculo que pudiera poner en peligro su nueva posición, según afirman varias fuentes conocedoras de informaciones clave. No fue un acto impulsivo ni aislado, sino una condición impuesta dentro del denominado "pacto de Zarzuela".
Este acuerdo, presuntamente orquestado por un Felipe VI que sería conocedor de todo y la familia real, exigía que Letizia dejara atrás cualquier escándalo que pudiera empañar su imagen. Del Burgo, que hasta entonces había sido un confidente y un aliado, se convirtió en un problema que debía ser eliminado de la ecuación. La traición fue doble: no solo fue apartada la relación amorosa, sino que la propia familia real, que antes lo consideraba parte de su círculo cercano, le dio la espalda de forma definitiva.