El lunes que viene se cumplirá medio año del día que la monarquía en España sufrió su mayor humillación. En democracia, todos los escándalos de Juan Carlos, las infidelidades y la corrupción, no supusieron una conmoción tan grande como la que ocasionó Jaime del Burgo. La mayoría de españoles ven con peores ojos las infidelidades que los delitos económicos. Buena parte de culpa la tiene la prensa, que ha escrito sobre las novias de Juan Carlos, siempre a posteriori, y ha preferido mirar a otro lado cuando el rey robó a Hacienda y engañó a la ciudadanía cobrando bajo mano para hacer de comisionista con sátrapas. Cuando le tocó reinar a Felipe, la ciudadanía creía que viviría un tiempo de paz pero cayó una piedra al estanque dorado: Del Burgo. Motivado por una furia anti-Pedro Sánchez, el cuñado de los reyes reveló que había sido amante de la reina engañando a Felipe. Fue el 3 de diciembre en un tuit que vieron, según la empresa de Elon Musk, 26 millones de personas. El escándalo se ha ido apagando por una combinación de dos circunstancias: la censura de los medios, que lo han silenciado todo, y la deriva narcisista de Jaime del Burgo, eliminando todo el rastro de sus revelaciones en las redes sociales.
El miedo de Del Burgo es como que su vanidad: descomunal. Así que mientras borra todos los tuits y la cuenta de Instagram con decenas de fotos, al mismo tiempo va escribiendo nuevos tuits pero con ninguna revelación que pueda perjudicar a la Corona. Ni una palabra de Letizia como amante, Telma como tapadera, Felipe como corrupto o Juan Carlos como capo de la famiglia. Todo son tuits genéricos sobre economía, redes de pederastia o criticando al papa de Roma. Una de tantas cuentas de extrema derecha, conspiranoicas y previsibles. Este viernes Jaime del Burgo ha querido justificar de alguna manera por qué borró todos los tuits y toda la cuenta de Instagram. Lo hace colgando la foto de cara de la persona que lo empujó a hacerlo. No es Letizia, ni Felipe, ni Pedro Sánchez, ni Camilo Villarino, ni Santiago Abascal. Es... Mark Zuckerberg, el CEO de Meta, la empresa propiedad de Facebook, Instagram, Whatsapp y otras redes sociales. Él es el maligno, el culpable de la deriva del amante de Letizia:
Jaime del Burgo sigue con su manía de acusar a los otros de sus volantazos, como un conductor ebrio. Ahora dice que eliminó Instagram porque es propiedad de Meta que utiliza las fotos y los datos de los instagramers para hacer negocio: "Nadie en la historia moderna ha atacado la Libertad como tú. Has creado un mundo de esclavos. Has convertido a la gente en productos" le lanza a Zuckerberg con una foto del multimillonario. Y como un Nostradamus gritando en medio de la plaza del pueblo brama con mayúsculas "HUYAN DE META COMO DE LA PESTE. Bórrenlo todo (aunque lo mantendrán en sus servidores)". De twitter no dice nada porque Elon Musk, el otro multimillonario que hace y deshace como quiere en la red que ahora quiere que se llame X, le cae mejor. Hasta próximo aviso. Pero no explica por qué borró, también, todos los tuits antiguos. No es META, es miedo a Zarzuela.
Letizia mientras todo esto pasa, pasea tranquilamente por la Feria del Libro de Madrid con su ministro favorito, Ernest Urtasun. Ya sabe que, contra todos los crédulos de las amenazas de Del Burgo, no se vende el famoso e inexistente libro que tenía que destruir la monarquía con el pomposo título "Y nada más que la verdad" de Del Burgo. Su mujer sueca le tendría que recomendar que se centre: o revela cuestiones de Zarzuela o que calle porque hace el ridículo. Cada usuario de Instagram sabe que cuando cuelga las fotos las está regalando a la empresa Meta y que dejan de ser de su propiedad. Es tan simple como eso. El mismo Del Burgo cayó en la vanidad de hacerse una cuenta de Instagram así que ya sabe de qué va la cosa. A otro perro con ese hueso. El esclavo, de su vanidad, es él. Y Letizia es culpable, sí: de colarnos a un sujeto así en nuestras vidas. Puestos a escoger amantes, antes un Urtasun que un Del Burgo.