El 14 de febrero, día de los enamorados, tenemos doble ración de Jaime del Burgo contra Letizia, Felipe y la Casa Real española. Debe ser en honor a los dos periodos de relación sentimental confesados porel también exmarido de Telma Ortiz, formando un cuadrado escandaloso que resquebraja los cimientos de Zarzuela. Los intentos para silenciarlo son intensos y efectivos en muchos casos. No siempre. EN Blau sigue el caso con los ojos abiertos, porque a pesar de las consideraciones ideológicas que lo rodean, la historia es gorda. Muy gorda. Rocambolesca, sórdida, y doblemente morbosa por el celo y la omertà impuestas. Por eso también lo trata la prensa internacional, y por eso genera un tráfico importantísimo en las redes: 25 millones de personas vieron la famosa foto de Letizia y la pashmina antes de desaparecer. Imaginen si interesa. Mucho.
Jaime hacía una primera dedicatoria a su ex con munición diversa, contundente y sorprendente. Lo más fuerte es acusar, a ella y a la Casa Real, de falsedad en documento público. Viajan con pasaportes falsificados. Unos que sirven para viajes privados, en familia e incluso para las famosas escapadas extramaritales con Del Burgo. Muy útiles. Y repetimos, falsos. Un delito del que Felipe estaría totalmente exento, por inviolable, pero no la consorte, que podría enfrentarse apenas de privación de libertad. La cárcel. Letizia. La bomba. El desamor. San Valentín suicidándose.
Minutos después Del Burgo volvía a la carga en el otro gran campo de batalla, el de esquivar la censura, autocensura o como le quieran llamar al hecho de no encontrar el desarrollo de este caso en los medios más tradicionales, los de hipotéticamente gran alcance. También del control que se ejerce sobre los lectores, oyentes y espectadores, a través de Internet. Otra guerra, la de las cookies, que le preocupa bastante. El caso es que reproduce una especie de entrevista, no sabemos si real o inventada, que es impagable. "¿Le han silenciado? —En ello anda el nuevo fontanero, supongo". Habla del nuevo jefe de la Casa Real, al que tiene señalado desde hace días: Camilo Villarino. El hombre encargado de mover los hilos para tapar bocas. Pero Villarino lo tiene mal. Porque Jaime no está solo. Se siente protegido por un VIP muy poderoso para destruir a Letizia.
Tanto como Elon Musk, propietario de X, polémico por naturaleza y que se jacta, precisamente, de la libertad de expresión en el nuevo Twitter. Dicho con todas las comillas y matices del mundo, porque todos sabemos que Musk no sería el paradigma de lo que consideramos como juicioso. En todo caso, el relato continúa, tira con bala: "Con Elon Musk lo tiene difícil. —Le darán el Princesa de Asturias… —Y el Toisón de Oro. Y el Palacio Real. Y lo que se tercie. Pero X no se vende. Musk no se vende. No podrán. Además está la prensa internacional. Ahí, demostrado está, tampoco llegan los fontaneros. La fontanería y la autocensura solo funcionan en los medios locales, todos subvencionados, todos deficitarios". Si Elon ha leído el mensaje, quizás lo ficha para su causa planetaria. De momento, con presumir de él tiene bastante para marcar paquete y acabar con una profecía sobre el esperadísimo libro que prepara, y que tendría que ver la luz este 2024. Zarzuela temblará: "Saldrá. Siempre cumplo, a veces tardo, eso también es cierto, pero saldrá y venderá y con su ganancia haremos algo bueno por alguien que lo necesite". Del Burgo factura a lo Shakira.
—¿Le han silenciado?
— Jaime Del Burgo (@JaimeDelBurgo) February 14, 2024
—En ello anda el nuevo fontanero, supongo. Pero con Elon Musk lo tiene difícil.
—Le darán el Princesa de Asturias…
—Y el Toisón de Oro. Y el Palacio Real. Y lo que se tercie. Pero X no se vende. Musk no se vende. No podrán. Además está la prensa… pic.twitter.com/fDSTC7ppYF