El escándalo monumental de la monarquía española todavía colea. Mala noticia para los intereses de Casa Real, también para la prensa cortesana y sumisa. Silenciar a Jaime del Burgo, exmarido de Telma Ortiz, pero anterior y posteriormente amante de su hermana Letizia, se ha convertido en una cuestión de estado. De Reino. El tratamiento de la prensa en grandes diarios, revistas y cadenas de televisión es nulo, al margen de cuatro excepciones muy concretas. Si incluso las agencias de fotografía han sucumbido a las presiones, retirando cualquier imagen de Jaime. Esto va en serio. Del Burgo, después de soltar la bomba atómica con la famosa foto de la pashmina y la dedicatoria de amor, pareció que también caía. Borraba todo el material en un abrir y cerrar de ojos, como si fuera un fantasma. Pero la insistencia de Jaime, también su osadía kamikaze, hace pensar que, si depende de él, el serial tendrá muchos capítulos.
Porque Del Burgo nunca ha acabado de desaparecer del todo, no. Ha ido dejando un rastro explicando la motivación de la venganza. Y no es otra que la política: es un ultraderechista contumaz, quiere cargarse a Perro Sanxe y al pusilánime de Felpudo VI, y de paso acabar con su antigua amante izquierdosa y verdugo de Juan Carlos de Borbón. Las teorías de Jaime pasan a VOX e incluso a El Yunque por la derecha, pero los hechos que relata, los cuernos, no tienen ideología. Que lo utilice como arma arrojadiza puede ser despreciable, pero callar, hacer callar y tratar a la gente como imbéciles es la peor de las estrategias. Y de momento, los resultados no serían para tirar cohetes, no.
Y no es así porque el goteo de invectivas de Jaime del Burgo es constante. La última publicación, la pasada medianoche, es destacable: dobla la apuesta y no retira ni una coma, ni ninguna foto, de todo lo que ha ido escribiendo y haciendo público desde hace días. Material explosivo, como sus tardes de piscina en Zarzuela, los "te amo", los viajes, el divorcio de Felipe, las "niñas" y el proyecto de una tercera criatura por gestación subrogada. Evidentemente, tampoco abjura de la carga ultra que escupe en cada andanada. "No cambio una coma de mis posts eliminados", empieza un texto que ha redactado también en inglés, que se entere todo el mundo. El mundo os mira, Felipe y Letizia. Y susurran, claro. Incluso los que tenéis domesticados.
El mensaje de Del Burgo denuncia "amenazas de muerte". Bueno, tenía que pasar. Está tocando cosas sagradas, y la piel fina de algunos sectores monárquicos es la que es, locos hay en todas partes. En todas, también en las altas esferas. A todos ellos se permite decirles que "no os guardo rencor". No es coña. Confiesa que no está orgulloso del sidral que ha montado, pero claro, lo hace por una causa superior. España. Y ante la patria, él solo responde ante el rey. Pero no el Borbón, no. "No me siento orgulloso. Pero la verdad es la que es. Yo reconozco a un solo rey, está en Cielo y se llama Jesús de Nazaret. Él me juzgará". Este melodrama es el spin-off de las revueltas de Ferraz que nadie se hubiera imaginado nunca. Solo Jaime Peñáfiel, quizás. Y hasta aquí puedo leer.