La boda de Jaime de Marichalar y la infanta Elena fue un completo desastre. La hermana de Felipe VI se casó con un aristócrata prácticamente por obligación. No podía enamorarse de un plebeyo como sus hermanos. Pero justo antes de la boda se dio cuenta de que realmente no estaba enamorada, aunque cuando iba a marcharse despavorida, la pillaron y la obligaron a entrar. Discutían muy a menudo porque tenían caracteres muy diferentes. Intentaron solucionar sus problemas con un hijo, Froilán, y lo intentaron por segunda vez con Victoria Federica, pero ya no había solución. Al poco de nacer sus hijos decidieron separarse, aunque el divorcio tardó en llegar porque en 2007 el exduque de Lugo sufrió un ictus y Juan Carlos I creyó que no era conveniente anunciar el fin del matrimonio hasta que el aristócrata se recuperase.
Aún se recuerdan las fotografías de la boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Sobre su cabeza reposaba una tiara que no tenía nada que ver con su herencia borbónica. Algo que hizo extrañar, ya que Casa Real dispone de una impresionante colección de joyas privadas. En aquella época estaban a cargo de la reina Sofía, ahora de Letizia, pero la hermana de Felipe VI no quiso pedirle ninguna a su madre. Fue María Concepción Sáenz de Tejada, madre de Jaime de Marichalar, quien le concedió la suya.
La madre de Jaime de Marichalar quiso que luciese la tiara que ella llevó en su boda
Es uno de los bienes más preciados en la familia Marichalar. Se trataba de la tiara Marichalar, una joya que perduró más de varias generaciones con ellos. La abuela del novio la lució por primera vez. Se la quiso regalar a la infanta Elena para que la luciese en la boda con su hijo. Es una colección de la joyería Ansorena, que consta de una doble tiara, de gusto neoclásico y con motivos helénicos, realizada en platino y brillantes. Era una tradición llevarla en las bodas de los Marichalar. El matrimonio de la abuela y la madre de Jaime fueron exitosos y creyeron que el suyo también lo sería gracias a esta tiara, pero la tradición no resultó efectiva.
La reina Sofía deseaba que llevase una de las joyas de su colección privada, pero en esta ocasión la infanta Elena no quiso hacerle el feo a la familia de su futuro marido. La sorpresa fue mayúscula cuando apareció por el Alcázar Real sevillano luciendo una joya de su familia política, cuyo valor ha sido calculado en torno a los 80.000 euros.
De esta forma, la infanta Elena mostró su independencia y libertad al desvincularse por completo de la realeza española. Aunque el matrimonio esté roto, esta joya pertenece a la infanta Elena y podría lucirla Victoria Federica en su futura boda si algún día llega su momento.