Desde su separación de Jaime de Marichalar, la infanta Elena ha procurado mantener su vida personal lo más alejada posible de los medios, a pesar de los continuos rumores y especulaciones que surgieron tras el fin de su matrimonio. Ambos han preferido guardar silencio sobre los detalles íntimos de su relación, un gesto que refleja su deseo de proteger su privacidad y la de sus hijos, tratando de mantener un equilibrio entre el interés público y su bienestar personal.

A pesar de la discreción de la infanta y Marichalar, algunas informaciones han salido a la luz. Por ejemplo, los detalles que ha revelado Pilar Eyre, quien ha explicado aspectos de la relación que muestran un lado mucho más complejo y doloroso del matrimonio.

Casament infanta Elena i Jaime de Marichalar
Infanta Elena y Jaime de Marichalar

Jaime de Marichalar perdió los filtros tras sufrir el ictus

Según Eyre, después de que Jaime sufriera un ictus, su comportamiento experimentó un giro radical, transformándose de una persona cortés y educada en alguien con un carácter completamente alterado. Este cambio afectó profundamente tanto a la infanta Elena como a su entorno cercano, sumiendo a la familia en momentos de incomodidad y vergüenza.

Para la infanta, la enfermedad de su exmarido se convirtió en una verdadera pesadilla. Jaime, conocido por su compostura en la vida pública, pasó a mostrar un comportamiento descontrolado y agresivo en varios aspectos de su vida cotidiana. Pilar Eyre relata que Jaime comenzó a hacer comentarios crueles e insensibles sobre la apariencia y las decisiones de otras personas, como llamando fea a una mujer o haciendo observaciones despectivas sobre la vestimenta de alguien. Esta actitud, lejos de ser ocasional, se convirtió en una constante, lo que generaba un ambiente muy tenso y desagradable para la infanta.

Elena y Jaime de Marichalar / gtres
Elena y Jaime de Marichalar / gtres

La infanta Elena, avergonzada, callaba y mantenía las formas por la imagen de la familia

Elena trató de manejar la situación con la mayor discreción posible. Se encontraba atrapada entre la compasión por el sufrimiento de Jaime, debido al ictus, y la necesidad de mantener la buena imagen de la familia. Según Pilar Eyre, la infanta vivió años difíciles, llenos de tensiones que le resultaban cada vez más difíciles de manejar, enfrentándose a una realidad que se distorsionó después del ictus de Marichalar.

Las humillaciones constantes por parte de Jaime, sumadas a sus cambios de humor y actitudes despectivas, no solo afectaron su relación personal con él, sino también su relación con la familia y el círculo social que les rodeaba. A pesar de las tensiones, Elena se vio obligada a mantener una imagen pública impecable, sin dejar que los problemas internos salieran a la luz.