La relación entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar siempre ha estado rodeada de rumores, y, según múltiples fuentes, no fue precisamente una historia de amor desde el inicio. Al igual que los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía, el matrimonio de la infanta y el duque de Lugo nunca estuvo marcado por una gran pasión. Elena y Marichalar discutían desde los primeros días, incluso durante el día de su boda. Las tensiones eran constantes, y ni siquiera la llegada de sus hijos, Froilán y Victoria Federica, consiguió mejorar la situación.
Cuentan algunas crónicas que, desde el principio, la infanta Elena deseaba divorciarse. Según se ha contado, llegó a comunicarle a su padre, el entonces rey Juan Carlos I, su deseo de separarse. Sin embargo, el rey le aconsejó que "aguantase" al igual que él lo hizo con la reina Sofía. Elena intentó mantener la relación, pero su paciencia tenía un límite. Justo cuando decidió que había llegado el momento de anunciar la separación, Marichalar sufrió un ictus, lo que hizo que ella tuviera que retrasar su decisión hasta que él se recuperara. Finalmente, tras ese episodio, llegó el famoso anuncio del "cese temporal de la convivencia" en 2007, un eufemismo que marcó el fin de su matrimonio.
Jaime de Marichalar y la infanta Elena no conectaban en el lecho conyugal
Desde entonces, la relación entre Elena y Marichalar ha sido puramente cordial. En público apenas se les ha visto intercambiar gestos afectuosos, y en algunas ocasiones se han saludado con un par de besos, pero nada más. A pesar de haber compartido una vida y tener dos hijos en común, la distancia emocional siempre fue evidente.
Uno de los puntos clave que marcó su separación fue la diferencia en sus gustos y personalidades. Y las mayores discrepancias tenían lugar en su intimidad. Marichalar tenía un enfoque mucho más experimental en las relaciones de pareja, mientras que Elena era más tradicional y conservadora. A Marichalar le gustaba explorar nuevas experiencias, mientras que la infanta no se sentía cómoda con esa dinámica. Según varias fuentes, Elena no tenía un gran interés en lo íntimo y prefería un enfoque mucho más convencional. Incluso se ha especulado que la infanta podría haber vivido sin una vida sexual activa, ya que para ella no era una prioridad.
La biógrafa Nuria Tiburcio, en su biografía no autorizada de la infanta, afirmaba que Elena vio en Marichalar a una persona divertida y carismática, pero nunca se enamoró físicamente de él. "La suya no fue nunca una relación pasional", comentaba Tiburcio, subrayando que la falta de sintonía en el terreno íntimo fue uno de los factores que contribuyó al fracaso de su matrimonio.