Hace tiempo que lo atisbábamos, pero ya lo podemos hacer oficial: hay una línea que une a Jaime Marichalar y Ana Obregón. Se podría decir que uno es el sucesor de la otra. No, no habamos de lo que seguramente están pensando, aquí no hay paternidades extrañas sobre la mesa. Nos referimos a una faceta un poco olvidada de la actriz madrileña, aquella de los posados veraniegos. Hasta que Anita no chapoteaba en bikini en las revistas del corazón, el verano no quedaba inaugurado. Pues bien, el padre de Froilán y Victoria Federica sigue su estela: hasta que no lo vemos en Ibiza es que todavía estamos en primavera. U otoño. O directamente en invierno. De hecho, sería lo más adecuado, viendo la elección de vestuario escogido para la ocasión.
Es un hombre de gustos caros y tradiciones firmes, Jaime. Eso del mar y, sobre todo, los yates de megalujo lo exciten. Estos días lo hemos visto en diferentes escenas marineras por las Pitiusas, siempre fondeando delante de los chiringuitos más pijos del litoral. Marichalar, sin embargo, no pernocta a bordo, no. Tras la jornada náutica vuelve a tierra firme, donde se siente más seguro y desentona menos. Seguro por razones de movilidad, el ictus de hace décadas hizo estragos. Después está el tema de desentonar: siempre lo hace, a pesar de que en determinadas situaciones es más patente que en otras.
El ex de la infanta Elena, en la playa con aspecto estrafalario
La mejor prueba de este espectáculo humano es lo que se ha visto en la playa des Jondal, en Sant Josep de Sa Talaia. Allí se encuentra el Blue Marlin, un restaurante frecuentado por millonarios, famosos, wannabes, curiosos y algún despistado que no olvidará nunca la broma. Como tampoco será fácil de olvidar ver al exroyal caminando con dificultades entre los guijarros de la playa, bajo un sol de justicia y vestido con camisa, pantalón largo, cinturón de piel y una chaqueta (afortunadamente en la mano). La antítesis de la persona normal que visita un lugar como este y que está a punto de subir a una embarcación. Estrafalario y ridículo. Jaime's style. Causa estupor. Y no es la primera vez, no.
Un viaje en lancha, un yate y un beso de una señora atractiva... que seguro que no es su pareja
Después de subir con grandes problemas a la barca, ayudado por dos personas y tambaleándose de manera ostensible, Marichalar llega al destino: un yate donde le espera una señora bastante atractiva y que le planta un beso muy afectuoso en la mejilla. No, no cometeremos el mismo error de hablar de posible rollete de Jaime, ya sabemos que esta puerta está cerrada a con cerrojo desde hace mucho tiempo. Aunque después ves a la infanta Elena de bodorrio y en compañía masculina y... vuelves a creer en los milagros. Eso sí, las pintas del señor son para desenamorarse en un abrir y cerrar de ojos. Vaya cuadro.
¿Qué espejos utilizan en aquella santa casa? Han hecho mucho, pero que mucho daño.