El matrimonio entre Jaime de Marichalar y la infanta Elena de Borbón estuvo marcado por un sinfín de tensiones y diferencias irreconciliables. Desde el inicio, la relación estuvo más basada en las presiones familiares que en el amor verdadero, lo que hizo que su vínculo nunca fuera sólido. El exduque de Lugo y la infanta vivieron un matrimonio lleno de discusiones. Aunque parecía que todo iba bien, las fricciones crecieron a lo largo del tiempo, llevando al distanciamiento definitivo entre ellos.

A pesar de la frialdad de su relación, la infanta Elena tuvo amores previos con otras personas, como el jinete Luis Astolfi o el arquitecto Alfredo Santos Galera, pero estos romances nunca se concretaron por diversas razones. Fue entonces cuando llegó Jaime de Marichalar, quien la conquistó con regalos caros y una actitud caballerosa, aunque no fue amor a primera vista. 

Infanta Elena y Jaime de Marichalar / GTRES
Infanta Elena y Jaime de Marichalar / GTRES

La relación entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar nunca llegó a cuajar

Se dice que en realidad la infanta Elena nunca estuvo enamorada de Marichalar. Aunque las expectativas de su familia la presionaron a casarse, la relación nunca funcionó. En el día de la boda, la infanta estuvo a punto de plantar a Jaime en el altar, pero la presión de su padre, el rey Juan Carlos, la obligó a seguir adelante. A lo largo de su vida juntos, Elena se fue sintiendo más y más oprimida por el carácter autoritario de su marido, especialmente tras el ictus que sufrió Jaime, lo que empeoró su actitud hacia ella, volviéndose más bipolar y difícil de tratar.

Uno de los aspectos más dolorosos de esta relación fue cómo Jaime de Marichalar controlaba la vida de la infanta, limitando incluso sus elecciones más personales. Elena, acostumbrada a una vida de libertad, se vio atrapada por las estrictas normas de su marido, quien dictaba incluso lo que podía o no podía llevar. “¡Qué gusto, hija! Yo me pongo cualquier zapatilla y Jaime me mata. ¡No puedo ni llevarlas en casa!”, comentó en alguna ocasión la infanta, reflejando el grado de humillación que vivía día a día. En esta línea, Elena utiliza ropa interior cómoda. Es más de la practicidad para el ajetreo del día a día. Jaime, en cambio, era más de encajes y prendas más sofisticadas.

Elena y Jaime de Marichalar / GTRES
Elena y Jaime de Marichalar / GTRES

Matrimonio lleno de discrepancias

Las diferencias en el matrimonio no se limitaban a la ropa. La educación de sus hijos también fue un factor importante. Ella, más estricta; él, más liberal. Tampoco compartían  estilo de vida. Mientras la infanta Elena prefería una vida más tranquila y hogareña, Jaime de Marichalar buscaba integrarse en el mundo de la alta sociedad y la jet set. Esto se reflejaba en su elección de vestimenta, con la infanta cada vez más elegante y alejada de sus raíces.

La falta de apoyo emocional de Jaime de Marichalar hacia Elena fue otro de los factores que contribuyó al fracaso de su matrimonio. El exduque de Lugo prefería llevar una vida llena de actos públicos y de glamour, dejando a Elena a un lado. La infanta, antes atenta a los problemas ajenos, comenzó a centrarse más en sus propios problemas, mientras su vida social y personal se desmoronaba.

Finalmente, después de años de distanciamiento, el matrimonio se rompió definitivamente. El divorcio fue la consecuencia inevitable de una relación que nunca estuvo basada en el amor, y que estuvo marcada por la manipulación, el control y la constante humillación. A pesar de todo, la infanta Elena ha logrado superar el proceso, aunque las cicatrices de su relación con Jaime de Marichalar son difíciles de olvidar.