El prestigio y porte de un matrimonio con alguien de la realeza es algo que, lejos del amor, causaría que se le vieran los colmillos a más de un lobo vestido de cordero, el caso de la infanta Elena y Jaime de Marichalar no es el primero de este tipo, y tampoco será el último en la creciente lista de matrimonios, no arreglados, pero donde una de las dos partes realmente no está tan enamorada como dice.

Un matrimonio fundamentado en mentiras

En 2010 se separaban Jaime de Marichalar y la infanta Elena, después de estar juntos desde 1995, la pareja tuvo una relación cada vez más complicada, y aunque en un principio la reina consorte Sofía le había aceptado, con el tiempo su opinión del banquero fue cambiando progresivamente, no para mejor, valga la redundancia.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar

Jaime de Marichalar mintió a la reina Sofía y a todos con tal de llevar adelante su matrimonio con la infanta Elena, esta era una de las dos cosas que principalmente no gustaron a los reyes, el factor de que se ofreciera a sí mismo como un economista en su currículum, cuando no poseía licenciatura para ejercer bajo este rol, lo segundo dejaba entrever aún más las intenciones de Marichalar, que añadió el “de” en su apellido, mostrando el hambre del banquero por ser alguien de la realeza e incluso que su nombre sonara como tal.

Los problemas del matrimonio y la posterior separación

Era 1994 cuando se anunciaba el compromiso entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar, antes de irse de luna de miel de Australia, tuvieron la primera boda real en casi un siglo entero en España, no sé supo demasiado de ellos los primeros años pues fueron bastante tranquilos, los problemas llegaron cuando nacían Felipe y Victoria, sus dos hijos, esto marcó un antes y un después en su relación.

Cuando Jaime de Marichalar sufrió el ictus, Elena ya barajaba la posibilidad de separarse del banquero aficionado de la moda, pues llevaba un estilo de vida incompatible con el de la infanta, mientras uno realizaba sus actividades diarias, el otro dormía, cuando la infanta se levantaba todas las mañanas a llevar a Victoria y Felipe a la escuela, su esposo se iba a la cama después de una noche entera en vela.

Jaime de Marichalar

Sofía no quería saber nada del divorcio, pues a pesar de todo, esta se había mantenido junto a su esposo a pesar de las infidelidades, sin embargo, esto no evitó que el 15 de diciembre del 2009 se formalizara el divorcio.

En los años posteriores la relación entre Jaime de Marichalar y la infanta Elena fue fría como un témpano, pudimos verlos encontrarse en algunos eventos, como la boda de los duques de Huéscar, quienes los vieron dicen que apenas lograron ver un gélido apretón de manos, sin embargo, donde si tuvieron un par de colisiones fue en la forma de educar a sus hijos.