La situación de Froilán de Marichalar en los Emiratos Árabes, que en un principio parecía una oportunidad para encauzar su vida, se ha convertido en un problema de gravedad que ha obligado a su padre, Jaime de Marichalar, a desplazarse de inmediato a Abu Dabi. La familia real española lleva meses tratando de evitar el regreso del joven a España, pero su delicado estado emocional está haciendo que esa posibilidad sea cada vez más difícil de evitar.

Cuando Juan Carlos I consiguió que su nieto obtuviera un puesto en ADNOC, la empresa petrolera estatal, el objetivo era claro: alejarlo de los escándalos mediáticos y ofrecerle un entorno más estable. Sin embargo, el contrato no fue renovado y, desde entonces, Froilán ha estado a la deriva en Abu Dabi, sin trabajo fijo y con demasiado tiempo libre. Y siente que ya no pinta nada allí.

Froilán
Froilán

Un futuro incierto tras perder su trabajo

Fuentes cercanas aseguran que, en lugar de aprovechar esta etapa para reinventarse, ha caído en un estilo de vida marcado por noches de fiesta, reuniones con la élite local y un constante deseo de volver a España. Su situación ha despertado una gran preocupación entre sus familiares, quienes ven cómo su estado anímico se deteriora cada vez más.

El primero en reaccionar ha sido su padre, Jaime de Marichalar, quien decidió viajar urgentemente a los Emiratos Árabes tras recibir informes alarmantes sobre la actitud de su hijo. Según fuentes cercanas, el aristócrata ha encontrado a un Froilán abatido, sin motivación y con un fuerte deseo de regresar a Madrid.

Froilán
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Jaime de Marichalar interviene en medio del conflicto

Marichalar ha intentado convencer a la familia real de que permitir su regreso es lo mejor para su bienestar, incluso ofreciéndole alojamiento y apoyo personal hasta que logre establecerse nuevamente en España. Sin embargo, su propuesta ha sido rechazada de inmediato por la Casa Real, especialmente por Felipe VI y la reina Letizia, quienes consideran que su vuelta solo generaría nuevas polémicas y pondría en riesgo la imagen de la monarquía.

Aunque Froilán vive con todas las comodidades en Abu Dabi, lo cierto es que se siente aislado y sin rumbo. Lo que en su momento pareció una salida estratégica se ha transformado en un exilio forzado del que no sabe cómo escapar. Sin trabajo estable ni una estructura clara en su día a día, su frustración va en aumento, y cada día que pasa su deseo de volver a España se intensifica.