Juan Carlos se va. Su carta de despido solo quiere decir dos cosas: dejará de tener actos en la agenda de Casa Real y dejará de tener asignación de dinero público a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. El resto queda igual: la fortuna acumulada por el emérito guardada en el banco de la nacionalidad que sea y él haciendo actos públicos, que no oficiales, en los toros, la primera comunión de las nietas o a funerales de coetáneos como Rubalcaba. O Peñafiel. El más veterano de los cronistas reales se ha despedido de Juan Carlos con una columna punzante en el diario El Mundo que deja fatal no el emérito sino los actuales reyes, Felipe y Letizia, los instigadores de aquella abdicación por sed de poder.
Peñafiel se lame la herida original: querría haber muerto sin ver a Letizia reinar. El periodista aconsejó a Juan Carlos "Nunca abdicas" e insinúa que el hijo y la nuera lo presionaron para que dejara paso. ¿A quién beneficiaba la abdicación? a Felipe y su mujer. De aquel junio de hace 5 años Peñafiel destaca un hecho desconocido: "Fue uno de los días más tristes de la vida del Soberano. Tanto que el documento de la abdicación que acababa de rubricar con su firma nadie se molestó en recoger. Y allí se quedaba sobre la mesa hasta que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se dio cuenta de ello. Es la primera vez que lo cuento".
Un documento histórico en sentido literal de la Historia de España que nadie quisiera ni de recuerdo. Soraya lo debe tener todavía en el bolso. Peñafiel deja claro que la Familia Real estaba pletórica de haberse quitado de encima un muerto. "Después, vino la embarazosa comparecencia de toda la Familia Real en la balconada del Palacio Real donde todos le llenaron de los besos que nunca le habían dado". Como una canción de Sabina, los besos amargos que nunca recibió el rey y la sensación de perdedor."Doña Sofía, porque se encuentra en el mejor camino para recuperar el cariño de su marido. Letizia, porque nunca ha sentido por su suegro la menor simpatía. Y Felipe, porque ya puede sentirse Rey total sin la sombra del Rey padre".
Felipe ha señalado el camino de salida a su padre. La carta de despido es la última farsa, está escrita no por el rey padre a su hijo sino por los servicios de Protocolo de Zarzuela. El pacto es: el Estado no incomodará al emérito con molestas comparecencias a la justicia para declarar sobre su fortuna, de dónde proviene y si cometió evasión fiscal, y a cambio el emérito calla. Juan Carlos firma el documento y hace un paso al lado. Peñafiel es el único que lo llora. Y Felipe y Letizia descorchan una botella de Vega Sicilia de la bodega con arena del Índico que hay en el sótano de Zarzuela. La Corona siempre gana.