El nombre oficial del Estado es Reino de España. A pesar de los españoles, que vía CIS han suspendido a la monarquía y a los dos últimos reyes, Juan Carlos y Felipe, cuando se les ha preguntado. Felipe sigue siendo jefe de las Fuerzas Armadas. Y firma las leyes y los decretos. No estampa el nombre manuscrito. Es un acto debido y se hace automáticamente. Pero Ayuso y la Derecha querían que abdicara para no firmar el decreto de indultos de Pedro Sánchez. Jaime Peñafiel ofreció una estrategia: autoinhabilitarse temporalmente, como por demencia sobrevenida, y así no los tendría que firmar él sino Letizia, la regente como jefa de Estado en sustitución de la menor Leonor. Rocambolesco pero constitucional.
Pone a la Corona en un enredo del cual no puede salir. Pero el decano de los periodistas de Casa Real sigue con la cruzada contra Felipe y en su última columna en el digital República.com da un paso más. Peñafiel pone a parir a Felipe VI por su discurso anti-indepe del 3 de octubre de 2017, cuando la sangre todavía estaba fresca en las porras. Felipe vomitó sobre 2 millones de votantes sin siquiera citar la brutalidad policial. El jefe de las Fuerzas Armadas silenció las agresiones de estas fuerzas armadas y riñó a los indepes. Peñafiel lo destruye.
Escribe Jaime Peñafiel: "Felipe VI y su polémico discurso del 3 de octubre tuvo profundo contenido político, cuando el Rey no debe intervenir en política. Por ello me pareció improcedente que el Soberano tomara postura sobre el tema catalán. De no haberlo hecho, hoy no se encontraría en la polémica situación en la que se encuentra. El rey reina pero no gobierna. En la historia encontramos pocos precedentes de este tipo de mensajes políticos ¿Para que? Tendrá que estampar su firma. La Constitución le obliga y en el pecado va la penitencia".
Leonor si algún día reina, cosa cada vez más inviable, heredaría una corona envenenada, politizada, partidista de Derechas. Peñafiel no es sospechoso de ser independentista, pancatalanista ni izquierdoso pero titula el artículo con un significativo "Estamos hartos, dolorosamente hartos". ¿Dolor? el de los votantes golpeados. Hartos sí. De este rey.