La prensa rosa vive dentro del cuento del emperador, que desfila desnudo y nadie se lo dice porque él cree que tiene un traje invisible. El asunto de la mala dentadura del rey Felipe y la princesa Leonor parece un secreto de Estado pero pésimamente guardado porque salta a la vista. La revista Hola, muy próxima a Zarzuela, es capaz de dedicar la portada y 10 páginas a Leonor sin citar que sufre una enfermedad en la boca que afecta su imagen, salud y autoestima. Va con 17 años desdentada, mellada, con media boca vacía de dientes. Como en el cuento del emperador, hay un niño que dice la verdad: Jaime Peñafiel. Escribe en LOC que el problema viene de familia: la mala salud bucodental del rey Felipe que hereda Leonor y, lo peor, ningún dentista lo resuelve. Si la monarquía es imagen, la imagen que dan padre e hija es fea:
De tal palo tal astilla. Peñafiel escribe "No es que se le haya caído un diente o muela sino una patología congénita, aunque parece haber un factor hereditario. La agenesia puede ocasionar problemas funcionales tales como en la masticación y en la salivación. El tratamiento consiste en abrir esos espacios y ubicar en los mismos unos implantes colocando una raíz artificial y una corona dental, aunque el recurso de los implantes no está recomendado hasta después de los 18 años". Eso explicaría por qué Leonor va mellada. No irá al dentista para ponerse dentadura postiza hasta que cumpla 18 años. Aguanta el complejo de adolescente. Suerte que tiene novio.
Peñafiel revela que entre la mucha cirugía estética, Letizia se ha hecho el mentón y la boca "Sin ser Borbón, sino Ortiz, Letizia tenía la barbilla bastante pronunciada y no es uno secreto que se ha realizado numerosos tratamientos, uno de ellos la ortodoncia invisible". ¿Y Felipe? Tiene los dientes amarillos y de diferentes colores y amontonados. Da pena: "Le falta más luz y color y su sonrisa a veces parece fría y apagada por culpa de unas piezas dentales de diferente color. Lo más recomendable sería una ortodoncia invisible para corregir esa leve malposición o apiñamiento y un posterior blanqueamiento o carillas de porcelana, ya que se ven algo amarillos". Como el cuñao de Jesús Quintero. Y falta la pequeña:
La infanta Sofía con 15 años parece que lleve la Torre Eiffel en la boca, pero es la más desenvuelta, desacomplejada y natural. Y como mínimo pone remedio. Sería una gran Reina Sofía.
Juan Carlos y Sofía, octogenarios, también envejecen
"Doña Sofía no tiene un puente y Don Juan Carlos no padece el prognatismo tan característico de los Borbones", dice Peñafiel, pero va con peluca según Pilar Eyre. Tiene alopecia y eso lo acompleja hasta el punto que un peluquero catalán, Pasqual Iranzo, le fabricó una peluca para el cogote y viajaba una vez por semana a Madrid para retocarlo. ¿Y el abuelo? le apestaba el aliento: "Alfonso XIII tenía una dentadura magnífica, que no impedía sufriera una halitosis, mal olor de boca, que tiraba de espaldas en su esposa, la reina, y en sus amantes". Solo les faltaba eso, mal aliento de los Borbones.