Jaime Peñafiel hace meses que vive oculto en las páginas de un tabloide ultra, el de Eduardo Inda, haciendo un artículo semanal que pasa sin pena ni gloria. Desde que fue despedido del diario El Mundo por revelar que Letizia y Jaime del Burgo fueron amantes. Lo más ridículo de la historia es que el cronista real ha fichado por un diario que tampoco le deja abordar el escándalo Del Burgo, que lo ha silenciado durante 7 meses. Peñafiel ha salido del fuego para caer a las brasas. Su muy bien remunerada columna sirve para ajustar las cuentas con el pasado. En la última recoge la noticia según la cual Leonor no es tan buena alumna en la Academia Militar y los compañeros revelan un secreto oculto: Leonor va dormida en clase. Un rasgo que pasaría desapercibido si no fuera porque Peñafiel le pone nombre a esta enfermedad heredada de Felipe: narcolepsia.
Escribe Peñafiel en OK Diario:"Felipe con dieciséis años er un niño mal criado, flojo en sus estudios, con faltas de asistencia y puntualidad en sus obligaciones escolares, déspota y con un gran problema añadido: el sueño. Estaba pasando una mala racha, un mal momento, quizá como consecuencia de su crecimiento, de su pubertad, lo que provocaba cierta vagancia, somnolencia y falta de interés en general. Se quedaba dormido hasta de pie. Sobre las siete y media de la mañana, la primera labor era despertarle de su habitualmente pesado sueño con toda clase de artimañas. Si le impartían clases sentado, Felipe se dormía. De modo que recomendó asistiera a las clases de pie, aunque sin apoyarse, porque, de lo contrario, también se dormía. Me extraña que el equipo médico de la Casa Real no se ocupara de estos episodios del sueño, que podría deberse a un trastorno llamado narcolepsia, un sueño sin previo aviso que suele manifestarse, estés donde estés y en cualquier lugar".
Es una enfermedad que no tiene cura, hay tratamientos experimentales que mejoran la vida cotidiana de los narcolépticos, pero no se cura. No pueden tener trabajos de riesgo, como conductores o policías, pero nada impide que sean reyes. Trabajan poco y siempre protegidos. Una muestra muy clara es que no existe una sola fotografía de Leonor con los ojos cerrados, bostezando, estornudando o sonándose. Pero le pasa como a su padre: se duerme. Queda claro que no la incapacita para reinar. La otra enfermedad hereditaria, la falta de varias piezas dentales, la ha corregido con ortodoncia, dientes de mentira y blanquemientos. Pero la narcolepsia solo tiene una solución: disimular. Zarzuela no sufre, ya sabe que Leonor, como tos la Familia Real, el primero que ha aprendido no es a montar un arma, a recibir una genuflexión o a saludar. Lo primero que han aprendido a todos los Borbones es a fingir.