Jaime Peñafiel no descansa por Navidad. A pesar de sus 88 años sigue escribiendo sus columnas semanales sobre la Corona y la última es una felicitación amarga al rey Felipe. Recordando el papelón de otras Fiestas de Navidad del hijo de Juan Carlos destapa dos actos que demuestran que el Jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas es un cobarde. Un pobre hombre.
Escribe Peñafiel en el digital República.com: "El entonces príncipe no estaba para Nochebuenas. Su padre encargó a Fernando Almansa, Jefe de la Casa, que se reuniera con Felipe para exigirle rompiera con Eva Sannum, la modelo noruega con la que pensaba casarse, como le reconoció a Aznar. ¡Vaya trago para Almansa! Felipe aceptó aunque, el muy miserable, pidió la cabeza del mensajero. El rey se la concedió destituyéndole, “matar al mensajero”. Miserable. Y Almansa a la calle.
El segundo episodio de cobardía suprema de Felipe ya es como rey. Muy similar el pasado verano: "Felipe le pidió a su padre que se marchara de Zarzuela y de España. El muy cobarde recurrió también al Jefe de su Casa, Jaime Alfonsín, para que lo hiciera. Lo hizo aunque cuesta trabajo creerlo en su silenciosa presencia. Ante estas circunstancia se podía aplicar eso de “donde las dan las toman”. Cobarde y calladito. Y Alfonsín a la calle.
Felipe se la devolvió, siempre a traición. Peñafiel ya tiene el Christmas real: Judas traicionando al maestro a cambio de 30 monedas (en paraísos fiscales) y una Corona. Uno acabó crucificado y el otro ahorcado. Feliz Navidad estilo Peñafiel.