Las infantas Cristina y Elena, hermanas mayores del rey de España, tienen encima la sospecha del fraude fiscal, por haber tirado de tarjetas black regalo de Juan Carlos para pagar todo tipo de gastos suntuarios. Desde clases de piano a comprar una yegua de competición, de nombre Dibelunga. Por si el fraude a Hacienda no fuera lo suficiente, decidieron viajar a Abu Dhabi pagando el Ministerio del Interior todos los escoltas para vacunarse de la Covid. La frase "Se nos ofreció y aceptamos" pasa a la historia de los Borbones con la misma barra que "Lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir".
Jaime Peñafiel no tiene piedad de las hermanas de Felipe. Fue él quien reveló que Elena se pincha bótox en la cara arrugada o escribió un libro donde relata "Elena es muy faltona y Cristina tiene mucho carácter. Letizia ha sobrevivido a las cuñadas, la podían haber devorado y no lo ha hecho". Ahora escribe en el digital República.com de lo que han hecho saltándose las colas españolas y pinchándose la vacuna china en el Golfo Pérsico. Sorprendentemente, Peñafiel las disculpa: "Fue un acto de responsabilidad para visitar a su padre, una persona muy vulnerable. Y lo han hecho, no en España que hubieran alterado el orden establecido para vacunarse según la edad, sino Abu Dabi".
El cronista veterano, que sufrió a sus 88 años el coronavirus y lo superó, cree que la vacuna de los ricos se la pueden pinchar en el extranjero: "La opinión pública española es tan miserable y sectaria que han criticado a las infantas sin tener en cuenta que, por decisión de Felipe VI, ya no son Familia Real. Lo es Sofía que ni pincha ni corta. Ni la vacuna la ha pagado el gobierno español. Tienen las dos derechos dinásticos que no sirven absolutamente para nada". Solo para seguir colocadas en empresas, con escoltas públicos y tirando de la fortuna ilegal de su padre.
Para Peñafiel "Ni se ha tratado de un comportamiento legalmente dudoso, ni reprobable ni desacertado". El decano de los cronistas reales, que estuvo infectado de la Covid casi con 90 años, ha visto la muerte de cara. Y sangra por la herida.